EL REY DE LAS SALAMANDRAS
WILHEM VON GLOEDEN 1856 - 1931
Por
Juli Molano Royo
.
Personae
EDUARD LOVE
BARÓN VON GLOEDEN
ACCAS ROSEMBERG
EL DICTADOR
3 ARQUEROS
EL REY
EL PAPA
BRUGARDO
.
PREAMBULO DEL PRIMER CUADRO
Al levantarse el telón, el escenario está sumido en la más completa obscuridad. En el centro, hacia el fondo, se abre una puerta por la que entra una luz pálida que recorta la silueta de un hombre desnudo. Entra y la puerta se cierra tras él, dejando de nuevo el escenario a oscuras. Los actores aprovecharán este instante para situarse. Suena una composición de ruidos metálicos que parece la melodía interpretada para un sacrificio. Una luz intermitente rasga el escenario desvelando al espectador la composición del cuadro. Lentamente la luz se hace regular aunque de baja intensidad. Lo que el espectador ve es lo siguiente: Se trata de una composición basada en el martirio de San Sebastián. En el centro izquierda del escenario se haya el hombre que penetró por la puerta, con su cuerpo apoyado en una columna de mármol rota y atado a ella, con los brazos por detrás. A través del pecho se enrosca tres veces una cuerda de esparto, gruesa. Está de perfil y con la mirada fija en lo alto, como los mártires de la fe en los frescos románicos. Lleva unas gafas ahumadas, redondas, de las que se usaban en los años veinte para protegerse la vista del sol. A pocos pasos de él hay tres arqueros que se disponen dando el perfil al público, ligeramente avanzados uno respecto al otro de modo: que se vean trazando una diagonal. Los tres arqueros también están desnudos. Llevan una cinta blanca en la cabeza y calzan sandalias, también blancas. Tienen las piernas abiertas y su cuerpo está ligeramente avanzado hacia el hombre atado. Llevan arcos y acaban de disparar flechas imaginarias a la figura de San Sebastián. Del flanco izquierdo del escenario se oye la explosión de un flash de magnesio, luego vemos la luz y el humo del magnesio formando una nube. No debe haber movimiento alguno en el cuadro puesto que la composición ha de representar la toma de una fotografía. La luz se apaga de golpe.
El escenario queda nuevamente a oscuras y suenan los primeros compases del Allegro moderato de la Sonata para arpeggione y piano de Franz Schubert, la parte melódica y lírica. Esta será el Leiv Motif en diferentes momentos de la obra. Mientras esto ocurre los actores toman sus posiciones y se colocan los elementos de attrezzo.
El decorado no pretende ser real; es el primer piso de una Villa de la ciudad de Taormina en Sicilia. En el medio y al fondo del escenario se abre un gran ventanal, claramente desproporcionado con el resto del conjunto. Éste da a una terraza que se abre en una balaustrada cóncava sobre un jardín. En la terraza y jardín pueden verse plantas verdes tales como el acanto y la palmera enana. No hay flores, tan sólo el contraste del verde de la vegetación con el blanco de la balaustrada y del mismo ventanal. Más allá azulea la silueta del Etna y la luz que entra del exterior y que irá variando según transcurra el tiempo del cuadro. En el lado izquierdo del escenario se abrirá una puerta por donde entrarán y saldrán los actores y seguidamente un perchero de pared. El mobiliario de la sala son dos butacas y una mesita entre ellas. Cerca del ventanal hay una mesa con vasos y botellas de licor. Todo del estilo de principios de siglo. Habrá una lámpara de pie que se encenderá cuando la luz natural sea mínima. La atmósfera debe sugerir que todo ocurre en tiempo irreal, o sea, a principios de siglo aunque estamos en 1928. El efecto anacrónico lo generará EDUARD LOVE cuando entre en escena, al llevar consigo el peso de la época actual.
Primero de septiembre de 1928. Entra el BARÓN VON GLOEDEN. Es un hombre de avanzada edad pero que expresa cierta vitalidad. Viste, impecable, un traje obscuro de corte de principios de siglo ,de buena fábrica, un canotier y bastón de bambú, complementos que deja en el perchero a su entrada. Le sigue EDUARD LOVE. Es un joven que aparenta tener 18 años, rubio. Viste pantalón beige y camisa blanca, que contrasta con el bronceado de su piel. Aunque tiene un aire desenvuelto, casi salvaje, en algunos momentos se comporta como un gato asustado. Ambos vienen de dar un paseo por la playa.
EDUARD LOVE: - Después de todo el fin era ese.
VON GLOEDEN: - Sin duda. Y también el principio: Nada existe sin el sufrimiento. El dolor es infinitamente más interesante que el placer, ¿no le parece?
EDUARD LOVE:- Más duradero. Sin embargo no me gustaría empezar nuestro drama esta tarde con el sentido de la vida (Se sienta con aplomo en la butaca).
VON GLOEDEN: - Me parece bien, pero recuerde que fue usted quien citó a Homero (se sienta).
EDUARD LOVE: - (le ofrece un cigarrillo que saca de una pitillera de plata) Barón.
VON GLOEDEN: - (Rechazándolo) No recuerdo ningún verano en Taormina tan caluroso como este (pausa). ¿Lo ve, señor Love? Hablar del tiempo es muy aburrido.
EDUARD LOVE: - Hay otros temas.
VON GLOEDEN: - No, usted ha dicho drama y también ha dicho empezar. ¿Puedo tomar eso como una señal? , ¿va a revelarme por fin alguna cosa sobre usted? Hace dos días que nos conocemos y ni tan siquiera ha pronunciado una palabra acerca de quién es Eduard Love.
EDUARD LOVE: - Nada especial que contar.
VON GLOEDEN: - ¡Oh!, vaya es usted más duro de lo que suponía.
EDUARD LOVE: - Su vida me parece infinitamente más interesante.
VON GLOEDEN: - Y más larga. ¿Qué edad tiene el señor Love? (Eduard ladea la cabeza). Oh, ¡vamos!, siquiera la edad. No tome eso como una violación a su intimidad. ¿Eduard Love, 95 años, Eduard Love, 18 años? ¿Acaso no son un nombre y un número al azar?
EDUARD LOVE: - (pausa) Eduard Love, 23 años.
VON GLOEDEN: - (con afectación) Me siento emocionado y asombrado; y no en ese orden, precisamente.
EDUARD LOVE: - Es usted incorregible (se enciende el cigarrillo).
VON GLOEDEN: - Conocer algo más sobre usted es emocionante.
EDUARD LOVE: -¿De veras? ¿Y qué es lo que le asombra?
VON GLOEDEN: - Su físico. Sin duda, no es ni por asomo el de un hombre de 23 años; aparenta tener... 17. Si conoce el secreto de la eterna juventud más vale que lo patente; se hará usted rico.
EDUARD LOVE: - Olvida que soy un hombre sin secretos.
VON GLOEDEN: - Oh, sí, claro. Patente el modo de conseguir eso también, ganaría todavía más. En fin, tiene usted visión para los negocios, Eduardo. ¿Me permite que le llame Eduardo? Los nombres en italiano suenan más dulces, como untados con miel. Uno casi siente hambre al oírlos.
EDUARD LOVE: - (Sonríe) No se lo permito.
VON GLOEDEN: - Mmm, de acuerdo. Me pregunto qué habrá dejado Lelo para nuestra cena. (Mira su reloj) Aunque aún es pronto. ¿Le apetece un Brandy?
EDUARD LOVE: - Gracias. (El barón va hacia la mesa con los licores) ¿Cuándo va a mostrarme su maravilloso estudio?
VON GLOEDEN: - Muy pronto, pero no espere encontrar nada de particular. Es el simple gabinete fotográfico de un apasionado por el arte del bromuro de plata. No, la mayoría de mi obra fue concebida en lugares que usted ya ha visitado: (señalando al ventanal) Mi verdadero atelier estuvo ahí.
EDUARD LOVE: - Taormina.
VON GLOEDEN: - ¿Qué estudio puede ser más maravilloso que el mismo escenario de la naturaleza?
EDUARD LOVE: - Entonces, usted fotografiaba paisajes.
VON GLOEDEN: - No. No exclusivamente, quiero decir. El paisaje era mi inspiración original, el adjetivo verídico y contemporáneo para mis "tableaux vivants". Yo era un fotógrafo artístico.
EDUARD LOVE: - ¿Y qué fotografiaba?
VON GLOEDEN: - Personas. Aunque no eran personas meramente para mí (intenta expresarse mejor. Buscando entre las botellas), más bien recreé las imágenes de los textos de Homero y los versos de Teócrito en los lugares que a ellos les hubieran inspirado y además con sus descendientes (toma dos copas y una botella de licor).
EDUARD LOVE: - Creí que era una especie de fotógrafo local de esos que toman las imágenes para las cartas postales.
VON GLOEDEN: - Desdichadamente las más bellas imágenes del paisaje de Tauromérion sólo quedaron impresionadas con su glorioso esplendor en la memoria de los que vivíamos aquí. Por aquellos días era imposible capturarlo con nuestras cámaras (Vuelve al asiento).
EDUARD LOVE: - ¿Nuestras?
VON GLOEDEN: - Oh, si, había toda una corriente en Europa: Vicenço Galdi, en Roma, Plüschow en Nápoles y muchos más... Le estoy hablando de 1890, el helenismo estaba en boga, Pompeya seguía sorprendiendo al mundo (se sienta). Hacía poco que Schlieman encontrara la Troya homérica.
EDUARD LOVE: - ¿Y Taormina ?
VON GLOEDEN: - En Sicilia se excitó mi fantasía. Los acantilados, el mar , las montañas. Me hablaban de los pastores de la Arcadia y de Polifemo. Todo ello armonizó con mi alma enseguida.
EDUARD LOVE: - (sirviendo el licor) Sí, pero por qué Taormina? ¿Acaso en Grecia no se hubiera sentido aún más inspirado?
VON GLOEDEN: - La casualidad es generosa en ciertas ocasiones. Aquí hallé a los descendientes de los prófugos de Naxos, los rostros que vieran los poetas de la Helade. Además, (hace una mueca graciosa) agoté mi dinero. ¿Y usted? ¿por que escogió Taormina?
EDUARD LOVE: - Es un lugar de paso. Lo suficientemente lejos de...(ríe y alecciona con el dedo) Es usted muy hábil.
VON GLOEDEN: - No me culpe por haberlo intentado. Entienda que hay una curiosidad natural en las personas que nos lleva a progresar en la escala evolutiva. Por lo menos ahora sé que desea alejarse de algo, tal vez huir.
EDUARD LOVE: - Todos deseamos huir. A veces no nos queda otra cosa.
VON GLOEDEN: - Deduzco entonces que ha perdido todo (Le ofrece la copa).
EDUARD LOVE: - Deduzca, pero cumpla el trato, ¿recuerda? Sin preguntas, sin respuestas: Como dos luces que se cruzan en la obscuridad y que brillan en la precisa magnitud de un segundo.
VON GLOEDEN: - Se ríe usted de mi.
EDUARD LOVE: - Son sus palabras (bebe un sorbo). Me agrada su conversación, me agrada la fotografía y la poesía. Pero no espere hallar en mi respuestas, barón. Se equivoca de persona. Tiene delante a la encarnación de la duda. Llegar a ese estado me ha costado mucho. No espere que abandone ahora.
VON GLOEDEN: - Sin embargo yo no dejo de soltar la lengua y le desvelo mi vida, tracatracatracatracatra, (imitando el sonido) como un proyector de imágenes en movimiento. No le puedo prometer dejar de sentir curiosidad y eso traerá consecuencias.
EDUARD LOVE: - Proyector de imágenes en movimiento... ¿Cuánto tiempo hace que no ve el cinematógrafo?
VON GLOEDEN: - Asistí a una proyección hace veinte años (Con desprecio) : ya lo he visto.
EDUARD LOVE: - No le gustó.
VON GLOEDEN: - El cine es un pasatiempo demasiado real, mata la fantasía. Uno ve lo que imagina y la visión de un sueño no deja de ser (bebe), desconcertante.
EDUARD LOVE: - Ahora lo encontraría algo cambiado.
VON GLOEDEN: - Pero tiene razón en una cosa y es que la fantasía, para bien o para mal, se engendra desde el desconocimiento. ¡No!, la fantasía es el desconocimiento. Uno puede adornar su jardín particular (señalando su cabeza) con las flores que más le plazca.
EDUARD LOVE: - Y, ¿cuál es la flor que ha escogido para mí?
VON GLOEDEN: - Usted inspira confianza, amigo mío.
EDUARD LOVE: - Y yo le estoy muy agradecido por todo, se ha comportado como...
VON GLOEDEN: - ¿Cómo un padre? Oh, por favor no me haga sentir aún más viejo de lo que soy. Fue encanto mutuo, supongo.
EDUARD LOVE: - Como un verdadero amigo. Uno dice padre como si ese título mostrara una actitud, una pose universal que de inmediato identificamos con una imagen.
VON GLOEDEN: - Es el peso en el significado de las palabras es una tradición idiomática difícil de romper.
EDUARD LOVE: - Si conociésemos realmente lo que las palabras significan para cada uno de nosotros descubriríamos que en realidad nadie habla el mismo idioma (pausa).
VON GLOEDEN: - Cierto. En cualquier caso esto me suena a despedida.
EDUARD LOVE: - Ya es hora de que siga mi camino. He abusado demasiado de su hospitalidad.
VON GLOEDEN: - En modo alguno, muchacho.
ALBERT LOVE: - Pero antes me gustaría ver algún trabajo suyo. Durante nuestro paseo por la playa se ha mostrado tan entusiasmado que me muerde la curiosidad.
VON GLOEDEN: - (Incómodo por la petición) Ah!, la playa.Allí encontré mi mejor material. No se sorprenda si le digo que mis modelos eran gentes sencillas: granjeros, pastores, pescadores. Tenía que ganármelos antes de que me permitieran observarles.
EDUARD LOVE: - Conociendo su capacidad de persuasión , no creo que le fuera difícil.
VON GLOEDEN: - (bebe) Mm, no crea. Primero hacía mi selección entre aquellos Ganímedes y luego les inspiraba con historias épicas de la Odisea.
EDUARD LOVE: - ¿Sólo así?
VON GLOEDEN: - También les pagaba por posar. Pero ellos venían por las historias, por el ambiente. No necesitaron un conocimiento previo. No había reglas. Todo era natural y eso se observa en mi trabajo.
EDUARD LOVE: - Tomaba instantáneas.
VON GLOEDEN: - Nunca. Yo empezaba. Por ejemplo...(escenificando) Contaba la historia del joven Cipariso, de cómo los dioses le transformaron en árbol tras cazar accidentalmente a su amada, que corría por el bosque convertida en gacela. Ellos adoptaban una pose con relación a lo que sentían y se movían en continuo hasta que, a una señal de mi mano, guardaban la posición.
EDUARD LOVE: - Interesante.
VON GLOEDEN: - Así evitaba las poses forzadas, obvias a mi intención.
EDUARD LOVE: - Lo echará de menos.
VON GLOEDEN: - (con melancolía) Los muchachos se mostraban felices y entusiasmados. Se sentían bien al aire libre, tocando flautas y charlando mientras subíamos a la montaña buscando un lugar que me inspirase.
EDUARD LOVE: - No se haga más de rogar y muéstreme su obra.
VON GLOEDEN: - Bueno. La mayor parte de mi producción se haya en el estudio, sin embargo. si me promete no reírse. (saca un cartoncillo amarillento de su billetera). Seamos francos, no estaba muy seguro de si debía mostrarle mi trabajo, señor Love.
EDUARD LOVE: - ¿Por qué?
VON GLOEDEN: - Verá, tiene que entender que en fotografía hay dos modos de... (se levanta y enciende la lámpara) Lo que quiero decir es que a veces la crítica fotográfica va orientada, desgraciadamente, claro, más en función.
EDUARD LOVE: - ¿Me la va a mostrar?, o no.
VON GLOEDEN: - Más en función de las condiciones en que se toma la foto que en la fotografía misma. (Se la entrega con devoción y se bebe la copa de un sorbo).
EDUARD LOVE: - Es impresionante. Es..., me gusta. Sí, me gusta (pausa).
VON GLOEDEN: - (Aliviado) Gracias. La fotografía se llama Caín.
EDUARD LOVE: - El modelo está desnudo.
VON GLOEDEN: - A eso es lo que me refería. Bueno, no creo que en la antigua Grecia se usaran pantalones de algodón y camisa.
EDUARD LOVE: - Entonces todos sus modelos aparecen así, desnudos?
VON GLOEDEN: - Eso es. Lo más que les permitía usar eran togas y sandalias. Las más veces aparecen así de naturales, con una corona de rosas o hiedra. ¿Se escandaliza usted señor Love?
EDUARD LOVE: - No, la fotografía no es ofensiva. Es casi un niño.
VON GLOEDEN: - Pancrazzio tenía ahí quince años.
EDUARD LOVE: - Ahora entiendo a lo qué se refería con lo de convencerles.
VON GLOEDEN: - No era eso, mi querido amigo. El mundo del día en que se tomó esa imagen y el de hoy son completamente diferentes. Por aquel tiempo en Italia, ver desnudos cuerpos de cualquier sexo no era algo extraño.
EDUARD LOVE: - -¿Esa falta de inhibición hacia la desnudez es lo que hacía ser al modelo italiano mejor que cualquier otro?
VON GLOEDEN: - Sin duda. Hombres y mujeres se movían libremente sin ropa, al contrario que otros pueblos a los que una moral malsana les hacía ver la desnudez como algo profano, indecente.
EDUARD LOVE: - Ninguno de los chicos que había hoy en la playa se dejaría convencer para que posase como en esta foto (vuelve a mirar el cartón con más atención).
VON GLOEDEN: - (Amargo e irritado) Las cosas han cambiado, sí. No tomo una fotografía desde hace quince años.
EDUARD LOVE: - De todos modos hoy no podría volver a captar lo que aquí se expresa. Hay algo en ella que no pertenece a este mundo. Debió ser una época maravillosa. ¿Cuando llegó usted a Taormina?
VON GLOEDEN: - A finales de los años 70. Taormina era todavía un destino turístico poco conocido.
EDUARD LOVE: - La generosa casualidad.
VON GLOEDEN: -¿Por casualidad? No, llegué aquí enfermo y agotado. Durante cinco largos años teñí con mi sangre las blancas toallas de balnearios y sanatorios. (se oye a Schubert) Mi espíritu se resintió y supongo que clamaba por una redención. Un verano, en el Báltico, alguien me habló de Taormina. "Es un lugar mágico en el mar Jónico" me dijeron. Y en realidad lo era.
EDUARD LOVE: ¿Qué pasó?
VON GLOEDEN: - Curé mi alma a través de los sentidos, y viceversa. Tan pronto olí el perfume del mar empecé a recuperarme y a sentir de nuevo la vida en mis venas.
EDUARD LOVE: - ¿Y se estableció entonces?
VON GLOEDEN: - Gozaba del beneficio de una pensión y pude comprar esta villa. La fotografía vino enseguida. Fotógrafos locales me aleccionaron al principio pero pronto empecé a tomarlas por mí mismo. Descubrí que mi arte agradaba. Mis retratos se expusieron en Inglaterra y de ahí rápidamente al resto del mundo civilizado. Al estudio empezó a acudir gente importante, artistas, escritores, cantantes... Todos ellos querían ver las ilustraciones de Homero y Teócrito (Pausa. Cesa la música). Sin embargo todo eso no duró mucho. Bastan unos pocos años para caer en el olvido (Se sirve otra copa).
EDUARD LOVE: - En ocasiones lo que uno más desea es ser olvidado, vagar por el mundo con el beneficio del anonimato. A mí no me desagrada el olvido. Se adquiere la concepción de la libertad nuevamente y sólo entonces es posible vivir.
VON GLOEDEN: - ¿Cree usted que yo podría vivir de nuevo? Se puede hablar así cuando se tiene 23 años y no se ve el final de la carrera. Cuando puedes leer bien claro la palabra "meta" lo que menos deseas es llegar. Quien profese lo contrario, miente (bebe).
EDUARD LOVE: - No creo que sea una cuestión de edad.
VON GLOEDEN: - No, por supuesto. Todos nos aferramos a lo que conocemos y lo que conocemos es la vida.
EDUARD LOVE: - La muerte es parte de la vida.
VON GLOEDEN: - Pero nadie habla de ella sin sentirla extraña. Se obvia el hecho del final, como si no existiera. Por eso seguimos tratando a la muerte como al pariente pobre que nos incomoda invitar a la fiesta.
EDUARD LOVE: - Lo que quise decir es que a veces la causa del olvido nos acerca más a nosotros mismos. Todos luchamos por ello.
VON GLOEDEN: - Esa causa es una lucha de poetas. Sólo ellos son capaces de nutrirse de su alma hasta agotarla y vagar luego por el mundo sin derramar una lágrima. No todos somos Rimbaud.
EDUARD LOVE: - Decidió buscar el olvido en el desierto.
VON GLOEDEN: - Es el precio que tuvo que pagar.
EDUAR LOVE: - No le entiendo.
VON GLOEDEN.- Si el poeta agota su alma, deja de serlo. No es un estado perenne ese de cantar la esencia del universo. No olvide que es el mayor don que puede recibir un ser humano y también el más extraño y terrible. Rimbaud lo agotó en seguida y tuvo que huir.
EDUARD LOVE: ¿Huir?
VON GLOEDEN: - Él no pertenecía a este mundo y viceversa. Fue como un semidiós que cayó en la tierra y comulgó con los espíritus para descubrirle los secretos. No podía esperar que al dejar de hacerlo, el mundo fuera benévolo con él. Cuando le conocí ya no quedaba nada de aquél ángel ni de su musa.
EDUARD LOVE: - ¿Conoció a Rimbaud?
VON GLOEDEN: - Fue durante un viaje que hice por Etiopía. Recuerdo aquello y me viene a la boca el sabor de la arena. Semanas de arena y calor sofocante para llegar allí. ¿ Y sabe qué encontramos?: Una montaña arenosa a orillas del Mar Rojo llamada Djibouti. Era un lugar inhóspito y estéril. El aire tenía algo que alteraba los sentidos, húmedo, salvaje y caliente hasta volverte loco. Había un chacal muriéndose de hambre a la sombra de un arbusto espinoso. El pueblo estaba desierto, tan sólo algunos camellos mascando la amarga hierba y a su lado un hombre blanco con los ojos más azules que jamás halla visto. Tenía la piel completamente abrasada por el sol. Él era Arthur Rimbaud tratante de camellos y comerciante del desierto.
EDUARD LOVE: - ¿Le habló?
VON GLOEDEN: - Nos invitó a entrar en su casa y tomamos Khat.
EDUARD LOVE: - ¿Khat?
VON GLOEDEN: - La fiance de Rimbaud, una etíope bellísima, trajo un termo con Chay y un manojo de ramas de arbusto. Sirvió el té en pequeñas copas y luego nos invitó a oler aquellas ramas de hojas pequeñas y de un color púrpura para que admirásemos su frescor. Era Khat. Tenía un olor tenue, dulce como el de la hierba cortada. Es costumbre ofrecer el primer Khat al invitado así es que la mujer tomó una de aquellas ramas por el tallo y estiró, quedándose una pequeña cantidad de hojas en su mano. Hizo una pelota , del tamaño de la empuñadura de un bastón y, ¡plaf!, me lo introdujo en la boca. Teníamos que mascar la hierba hasta la saciedad. Sabía cáustico. Al momento sientes entra por tus encías y te llega a las sienes, como un río de tranquilidad y te olvidas del desierto y el aire ya no enloquece. Mascar Khat, té y gente con quien charlar. Es lo que se hace a la una de la tarde en el desierto (haciendo el gesto) mascar y mascar. Los camellos fuera y nosotros dentro.
EDUARD LOVE: - ¿Sabe una cosa, barón? Debería volver a tomar fotografías.
VON GLOEDEN: - Olvida usted lo que le he dicho a cerca de empezar de nuevo.
EDUARD LOVE: - Oh, vamos, un artista no se retira nunca. Usted aún lo desea, se le iluminan los ojos cuando habla y la pasión le desborda.
VON GLOEDEN: - Es cierto, sólo puedo recordarlo con felicidad. Aquellos días se fueron. Ahora ya es imposible.
EDUARD LOVE: - ¿Qué ocurrió exactamente?
VON GLOEDEN: - Bueno.., esto y aquello... Cuando empezó la gran guerra tuve que volver a Alemania. Fui invitado cordialmente a quedarme en Wismar hasta que finalizara todo. Cuando regresé a Taormina habían pasado cuatro años.
EDUARD LOVE: - ¿Fue entonces cuando dejó de tomar fotografías?
VON GLOEDEN: - Mis modelos ya eran hombres (suena un tintineo. Eduard lo escucha) y el ideal heleno pasó de moda. Dígame ¿Quién iba a posar desnudo con flautas y cabras en medio de la montaña, después de la carnicería?. La guerra acabó y con ella se llevó la juventud de Europa. Se llevó mi vida. (Suena el tintineo de nuevo y Eduard se pone en pie. El barón hace un gesto de dolor) Perdone. Hablar de esto me resulta muy doloroso.
EDUARD LOVE: - (Asustado) ¿No ha oído eso?
VON GLOEDEN: - ¿Qué? (Le mira) Dios mío, ¿qué le ocurre?
EDUARD LOVE: - No, nada; me pareció oír a alguien que llamaba (va a servirse otra copa).
VON GLOEDEN: - Se ha quedado usted como el mármol.
ALBERT LOVE: - Pero antes me gustaría ver algún trabajo suyo. Durante nuestro paseo por la playa se ha mostrado tan entusiasmado que me muerde la curiosidad.
VON GLOEDEN: - (Incómodo por la petición) Ah!, la playa.Allí encontré mi mejor material. No se sorprenda si le digo que mis modelos eran gentes sencillas: granjeros, pastores, pescadores. Tenía que ganármelos antes de que me permitieran observarles.
EDUARD LOVE: - Conociendo su capacidad de persuasión , no creo que le fuera difícil.
VON GLOEDEN: - (bebe) Mm, no crea. Primero hacía mi selección entre aquellos Ganímedes y luego les inspiraba con historias épicas de la Odisea.
EDUARD LOVE: - ¿Sólo así?
VON GLOEDEN: - También les pagaba por posar. Pero ellos venían por las historias, por el ambiente. No necesitaron un conocimiento previo. No había reglas. Todo era natural y eso se observa en mi trabajo.
EDUARD LOVE: - Tomaba instantáneas.
VON GLOEDEN: - Nunca. Yo empezaba. Por ejemplo...(escenificando) Contaba la historia del joven Cipariso, de cómo los dioses le transformaron en árbol tras cazar accidentalmente a su amada, que corría por el bosque convertida en gacela. Ellos adoptaban una pose con relación a lo que sentían y se movían en continuo hasta que, a una señal de mi mano, guardaban la posición.
EDUARD LOVE: - Interesante.
VON GLOEDEN: - Así evitaba las poses forzadas, obvias a mi intención.
EDUARD LOVE: - Lo echará de menos.
VON GLOEDEN: - (con melancolía) Los muchachos se mostraban felices y entusiasmados. Se sentían bien al aire libre, tocando flautas y charlando mientras subíamos a la montaña buscando un lugar que me inspirase.
EDUARD LOVE: - No se haga más de rogar y muéstreme su obra.
VON GLOEDEN: - Bueno. La mayor parte de mi producción se haya en el estudio, sin embargo. si me promete no reírse. (saca un cartoncillo amarillento de su billetera). Seamos francos, no estaba muy seguro de si debía mostrarle mi trabajo, señor Love.
EDUARD LOVE: - ¿Por qué?
VON GLOEDEN: - Verá, tiene que entender que en fotografía hay dos modos de... (se levanta y enciende la lámpara) Lo que quiero decir es que a veces la crítica fotográfica va orientada, desgraciadamente, claro, más en función.
EDUARD LOVE: - ¿Me la va a mostrar?, o no.
VON GLOEDEN: - Más en función de las condiciones en que se toma la foto que en la fotografía misma. (Se la entrega con devoción y se bebe la copa de un sorbo).
EDUARD LOVE: - Es impresionante. Es..., me gusta. Sí, me gusta (pausa).
VON GLOEDEN: - (Aliviado) Gracias. La fotografía se llama Caín.
EDUARD LOVE: - El modelo está desnudo.
VON GLOEDEN: - A eso es lo que me refería. Bueno, no creo que en la antigua Grecia se usaran pantalones de algodón y camisa.
EDUARD LOVE: - Entonces todos sus modelos aparecen así, desnudos?
VON GLOEDEN: - Eso es. Lo más que les permitía usar eran togas y sandalias. Las más veces aparecen así de naturales, con una corona de rosas o hiedra. ¿Se escandaliza usted señor Love?
EDUARD LOVE: - No, la fotografía no es ofensiva. Es casi un niño.
VON GLOEDEN: - Pancrazzio tenía ahí quince años.
EDUARD LOVE: - Ahora entiendo a lo qué se refería con lo de convencerles.
VON GLOEDEN: - No era eso, mi querido amigo. El mundo del día en que se tomó esa imagen y el de hoy son completamente diferentes. Por aquel tiempo en Italia, ver desnudos cuerpos de cualquier sexo no era algo extraño.
EDUARD LOVE: - -¿Esa falta de inhibición hacia la desnudez es lo que hacía ser al modelo italiano mejor que cualquier otro?
VON GLOEDEN: - Sin duda. Hombres y mujeres se movían libremente sin ropa, al contrario que otros pueblos a los que una moral malsana les hacía ver la desnudez como algo profano, indecente.
EDUARD LOVE: - Ninguno de los chicos que había hoy en la playa se dejaría convencer para que posase como en esta foto (vuelve a mirar el cartón con más atención).
VON GLOEDEN: - (Amargo e irritado) Las cosas han cambiado, sí. No tomo una fotografía desde hace quince años.
EDUARD LOVE: - De todos modos hoy no podría volver a captar lo que aquí se expresa. Hay algo en ella que no pertenece a este mundo. Debió ser una época maravillosa. ¿Cuando llegó usted a Taormina?
VON GLOEDEN: - A finales de los años 70. Taormina era todavía un destino turístico poco conocido.
EDUARD LOVE: - La generosa casualidad.
VON GLOEDEN: -¿Por casualidad? No, llegué aquí enfermo y agotado. Durante cinco largos años teñí con mi sangre las blancas toallas de balnearios y sanatorios. (se oye a Schubert) Mi espíritu se resintió y supongo que clamaba por una redención. Un verano, en el Báltico, alguien me habló de Taormina. "Es un lugar mágico en el mar Jónico" me dijeron. Y en realidad lo era.
EDUARD LOVE: ¿Qué pasó?
VON GLOEDEN: - Curé mi alma a través de los sentidos, y viceversa. Tan pronto olí el perfume del mar empecé a recuperarme y a sentir de nuevo la vida en mis venas.
EDUARD LOVE: - ¿Y se estableció entonces?
VON GLOEDEN: - Gozaba del beneficio de una pensión y pude comprar esta villa. La fotografía vino enseguida. Fotógrafos locales me aleccionaron al principio pero pronto empecé a tomarlas por mí mismo. Descubrí que mi arte agradaba. Mis retratos se expusieron en Inglaterra y de ahí rápidamente al resto del mundo civilizado. Al estudio empezó a acudir gente importante, artistas, escritores, cantantes... Todos ellos querían ver las ilustraciones de Homero y Teócrito (Pausa. Cesa la música). Sin embargo todo eso no duró mucho. Bastan unos pocos años para caer en el olvido (Se sirve otra copa).
EDUARD LOVE: - En ocasiones lo que uno más desea es ser olvidado, vagar por el mundo con el beneficio del anonimato. A mí no me desagrada el olvido. Se adquiere la concepción de la libertad nuevamente y sólo entonces es posible vivir.
VON GLOEDEN: - ¿Cree usted que yo podría vivir de nuevo? Se puede hablar así cuando se tiene 23 años y no se ve el final de la carrera. Cuando puedes leer bien claro la palabra "meta" lo que menos deseas es llegar. Quien profese lo contrario, miente (bebe).
EDUARD LOVE: - No creo que sea una cuestión de edad.
VON GLOEDEN: - No, por supuesto. Todos nos aferramos a lo que conocemos y lo que conocemos es la vida.
EDUARD LOVE: - La muerte es parte de la vida.
VON GLOEDEN: - Pero nadie habla de ella sin sentirla extraña. Se obvia el hecho del final, como si no existiera. Por eso seguimos tratando a la muerte como al pariente pobre que nos incomoda invitar a la fiesta.
EDUARD LOVE: - Lo que quise decir es que a veces la causa del olvido nos acerca más a nosotros mismos. Todos luchamos por ello.
VON GLOEDEN: - Esa causa es una lucha de poetas. Sólo ellos son capaces de nutrirse de su alma hasta agotarla y vagar luego por el mundo sin derramar una lágrima. No todos somos Rimbaud.
EDUARD LOVE: - Decidió buscar el olvido en el desierto.
VON GLOEDEN: - Es el precio que tuvo que pagar.
EDUAR LOVE: - No le entiendo.
VON GLOEDEN.- Si el poeta agota su alma, deja de serlo. No es un estado perenne ese de cantar la esencia del universo. No olvide que es el mayor don que puede recibir un ser humano y también el más extraño y terrible. Rimbaud lo agotó en seguida y tuvo que huir.
EDUARD LOVE: ¿Huir?
VON GLOEDEN: - Él no pertenecía a este mundo y viceversa. Fue como un semidiós que cayó en la tierra y comulgó con los espíritus para descubrirle los secretos. No podía esperar que al dejar de hacerlo, el mundo fuera benévolo con él. Cuando le conocí ya no quedaba nada de aquél ángel ni de su musa.
EDUARD LOVE: - ¿Conoció a Rimbaud?
VON GLOEDEN: - Fue durante un viaje que hice por Etiopía. Recuerdo aquello y me viene a la boca el sabor de la arena. Semanas de arena y calor sofocante para llegar allí. ¿ Y sabe qué encontramos?: Una montaña arenosa a orillas del Mar Rojo llamada Djibouti. Era un lugar inhóspito y estéril. El aire tenía algo que alteraba los sentidos, húmedo, salvaje y caliente hasta volverte loco. Había un chacal muriéndose de hambre a la sombra de un arbusto espinoso. El pueblo estaba desierto, tan sólo algunos camellos mascando la amarga hierba y a su lado un hombre blanco con los ojos más azules que jamás halla visto. Tenía la piel completamente abrasada por el sol. Él era Arthur Rimbaud tratante de camellos y comerciante del desierto.
EDUARD LOVE: - ¿Le habló?
VON GLOEDEN: - Nos invitó a entrar en su casa y tomamos Khat.
EDUARD LOVE: - ¿Khat?
VON GLOEDEN: - La fiance de Rimbaud, una etíope bellísima, trajo un termo con Chay y un manojo de ramas de arbusto. Sirvió el té en pequeñas copas y luego nos invitó a oler aquellas ramas de hojas pequeñas y de un color púrpura para que admirásemos su frescor. Era Khat. Tenía un olor tenue, dulce como el de la hierba cortada. Es costumbre ofrecer el primer Khat al invitado así es que la mujer tomó una de aquellas ramas por el tallo y estiró, quedándose una pequeña cantidad de hojas en su mano. Hizo una pelota , del tamaño de la empuñadura de un bastón y, ¡plaf!, me lo introdujo en la boca. Teníamos que mascar la hierba hasta la saciedad. Sabía cáustico. Al momento sientes entra por tus encías y te llega a las sienes, como un río de tranquilidad y te olvidas del desierto y el aire ya no enloquece. Mascar Khat, té y gente con quien charlar. Es lo que se hace a la una de la tarde en el desierto (haciendo el gesto) mascar y mascar. Los camellos fuera y nosotros dentro.
EDUARD LOVE: - ¿Sabe una cosa, barón? Debería volver a tomar fotografías.
VON GLOEDEN: - Olvida usted lo que le he dicho a cerca de empezar de nuevo.
EDUARD LOVE: - Oh, vamos, un artista no se retira nunca. Usted aún lo desea, se le iluminan los ojos cuando habla y la pasión le desborda.
VON GLOEDEN: - Es cierto, sólo puedo recordarlo con felicidad. Aquellos días se fueron. Ahora ya es imposible.
EDUARD LOVE: - ¿Qué ocurrió exactamente?
VON GLOEDEN: - Bueno.., esto y aquello... Cuando empezó la gran guerra tuve que volver a Alemania. Fui invitado cordialmente a quedarme en Wismar hasta que finalizara todo. Cuando regresé a Taormina habían pasado cuatro años.
EDUARD LOVE: - ¿Fue entonces cuando dejó de tomar fotografías?
VON GLOEDEN: - Mis modelos ya eran hombres (suena un tintineo. Eduard lo escucha) y el ideal heleno pasó de moda. Dígame ¿Quién iba a posar desnudo con flautas y cabras en medio de la montaña, después de la carnicería?. La guerra acabó y con ella se llevó la juventud de Europa. Se llevó mi vida. (Suena el tintineo de nuevo y Eduard se pone en pie. El barón hace un gesto de dolor) Perdone. Hablar de esto me resulta muy doloroso.
EDUARD LOVE: - (Asustado) ¿No ha oído eso?
VON GLOEDEN: - ¿Qué? (Le mira) Dios mío, ¿qué le ocurre?
EDUARD LOVE: - No, nada; me pareció oír a alguien que llamaba (va a servirse otra copa).
VON GLOEDEN: - Se ha quedado usted como el mármol.
EDUARD LOVE: - Oigo ese tintineo. Es como una música pesada que aplasta mi cerebro. Pensé que al apartarme de todo, de mi padre, de los lugares borraría esa sensación.
VON GLOEDEN: - ¿Su padre? (Eduard ladea la cabeza y cesa el tintineo) Por favor, señor Love. (pausa) ¡Eduard!
EDUARD LOVE.- Si, sí, mi padre. Después de ese tintineo aparece en mi cabeza la imagen de mi padre y ya no puedo (se tapa la cara. Luego se pone en pie, de espaldas al barón). Es terrible que el despertar de un niño sea viendo el rostro de la persona que más odia en el mundo. Imagine a un niño que apenas va a la escuela porque su padre decide que esté enfermo, que no tiene amigos, que no sale a jugar. Al que diariamente se le habla de la maldad del mundo y las personas. ¿No es para acabar loco? No recuerdo haber tenido amigos hasta que cumplí los catorce años. Entonces tuvo que ceder un poco.
VON GLOEDEN: - ¿Conoció a alguien?
EDUARD LOVE: - Tuve un amigo. Él y sus padres acababan de mudarse a la casa de al lado. Una mañana vi desde - 14 - la ventana de mi cuarto a aquel chico. Venía corriendo calle arriba. Tenía la cara sofocada por el calor y el cabello mojado. Los ojos le brillaban como antorchas. Se estiró en la hierba y se quitó la camiseta. Entonces miró hacia mi casa y se encontró con mis ojos, que le observaban. Tuve miedo. Después de todo yo era un muchacho enfermizo y de piel blanca al que no dejaban quitarse la camiseta ni salir al jardín. Me miró largamente y se abrió en su cara una sonrisa (hace el gesto de saludar con la mano) Me saludó. En cierto modo era como si me devolviese la consciencia de que estaba en el mundo. Me vio entre toda aquella tristeza. Mi casa emanaba tristeza como el calor que emana de una zarza en llamas. Cada tarde esperaba a aquel chico en la ventana y él cada vez me saludaba hasta el día en que entró al jardín de mi casa. Mi padre había salido y yo abrí la ventana. Me comprendió. Sin hablarle. Sabía dónde me hallaba. Trepó por la enrejada de la hiedra a mi habitación (pausa larga en la que él se abraza). Creo que esa fue la primera vez que toqué a un ser humano que no fuera mi padre. No recuerdo nada antes. A partir de entonces nos hicimos amigos. Pero, un día ,no volvió más. Yo le esperaba de igual modo todas las tardes, pero ya nunca vino. Entonces me enteré de que su familia se había mudado.
VON GLOEDEN: - ¿No supo por qué? ¿No se despidió?
EDUARD LOVE: - Oh, si, claro. La tarde que lo esperaba vi entrar en la casa al padre de mi amigo. Lo llevaban en brazos. Estaba completamente destrozado. Le habían dado una paliza en la calle. El pobre hombre casi muere. Me lo contó mi padre. ¿Sabes Edy?, me dijo, a nuestro vecino ,el señor Gran, le han pegado una paliza. Seguro que ha sido por esos artículos pro negros que publica en el periódico de la ciudad. Mala cosa, hijo. Ya ves que este mundo es horrible fuera de casa. Pero no temas porque aquí está tu padre para defenderte de todo y contra todos.
VON GLOEDEN: - ¿Su padre? (Eduard ladea la cabeza y cesa el tintineo) Por favor, señor Love. (pausa) ¡Eduard!
EDUARD LOVE.- Si, sí, mi padre. Después de ese tintineo aparece en mi cabeza la imagen de mi padre y ya no puedo (se tapa la cara. Luego se pone en pie, de espaldas al barón). Es terrible que el despertar de un niño sea viendo el rostro de la persona que más odia en el mundo. Imagine a un niño que apenas va a la escuela porque su padre decide que esté enfermo, que no tiene amigos, que no sale a jugar. Al que diariamente se le habla de la maldad del mundo y las personas. ¿No es para acabar loco? No recuerdo haber tenido amigos hasta que cumplí los catorce años. Entonces tuvo que ceder un poco.
VON GLOEDEN: - ¿Conoció a alguien?
EDUARD LOVE: - Tuve un amigo. Él y sus padres acababan de mudarse a la casa de al lado. Una mañana vi desde - 14 - la ventana de mi cuarto a aquel chico. Venía corriendo calle arriba. Tenía la cara sofocada por el calor y el cabello mojado. Los ojos le brillaban como antorchas. Se estiró en la hierba y se quitó la camiseta. Entonces miró hacia mi casa y se encontró con mis ojos, que le observaban. Tuve miedo. Después de todo yo era un muchacho enfermizo y de piel blanca al que no dejaban quitarse la camiseta ni salir al jardín. Me miró largamente y se abrió en su cara una sonrisa (hace el gesto de saludar con la mano) Me saludó. En cierto modo era como si me devolviese la consciencia de que estaba en el mundo. Me vio entre toda aquella tristeza. Mi casa emanaba tristeza como el calor que emana de una zarza en llamas. Cada tarde esperaba a aquel chico en la ventana y él cada vez me saludaba hasta el día en que entró al jardín de mi casa. Mi padre había salido y yo abrí la ventana. Me comprendió. Sin hablarle. Sabía dónde me hallaba. Trepó por la enrejada de la hiedra a mi habitación (pausa larga en la que él se abraza). Creo que esa fue la primera vez que toqué a un ser humano que no fuera mi padre. No recuerdo nada antes. A partir de entonces nos hicimos amigos. Pero, un día ,no volvió más. Yo le esperaba de igual modo todas las tardes, pero ya nunca vino. Entonces me enteré de que su familia se había mudado.
VON GLOEDEN: - ¿No supo por qué? ¿No se despidió?
EDUARD LOVE: - Oh, si, claro. La tarde que lo esperaba vi entrar en la casa al padre de mi amigo. Lo llevaban en brazos. Estaba completamente destrozado. Le habían dado una paliza en la calle. El pobre hombre casi muere. Me lo contó mi padre. ¿Sabes Edy?, me dijo, a nuestro vecino ,el señor Gran, le han pegado una paliza. Seguro que ha sido por esos artículos pro negros que publica en el periódico de la ciudad. Mala cosa, hijo. Ya ves que este mundo es horrible fuera de casa. Pero no temas porque aquí está tu padre para defenderte de todo y contra todos.
A la semana siguiente vino un herrero a montar rejas en las ventanas y retirar la parrilla de la hiedra.
VON GLOEDEN: - ¿Insinúa que fue su padre quien le propinó aquella paliza?
EDUARD LOVE: - No personalmente, pagó a alguien para que lo hiciera.
VON GLOEDEN: - Pero, ¿por qué?, eso es monstruoso.
EDUARD LOVE: - Mi padre se ha encargado siempre de que no tuviese amigos, gente con la que hablar. Lo consideraba una especie de amenaza.
VON GLOEDEN: - ¿Amenaza?
EDUARD LOVE.- ¡Dios, cuánto me ha costado poder decir esto!, Sí, amenaza. Contra todo aquello que pudiese significar apartarme de él. Claro que no me pudo retener siempre. La naturaleza siguió su curso, como se suele decir. De pronto tenía nuevas necesidades. El riesgo de que escapase se hacía cada día mayor. Pero él lo sabía e hizo algo para que no sucediera.
VON GLOEDEN: - ¿Qué hizo?
EDUARD LOVE: - No, lo siento, yo no. (pausa)
VON GLOEDEN: - ¡Vamos! (le toma por los hombros) ¿Qué hizo? No se detenga ahora, Eduard.
EDUARD LOVE: - Una noche vinieron a unos hombres con mi padre. Nunca los había visto antes. Me llevó a parte y me dijo: .Hijo, ya es hora que salgas al mundo. Estos chicos te van a llevar a un lugar y quiero que te diviertas... Me metí en el coche. Durante el trayecto de aquel viaje no dejaron de reírse y de hablar en voz baja. Horas y horas de carretera. Me habían dado alcohol y yo ya estaba borracho, casi no me tenía en pie, cuando nos paramos al lado de una casa cerca de la carretera. Era una casa de. bueno, ya sabe, de mujeres. Me metieron allí. Yo tenía 17 años. Preguntaron por la francesa. Vamos cariño, aquí me tienes a mi- dijo una de aquellas mujeres. Pero querían a la francesa. Entonces apareció.. Sus ojos.. Yo, no sé qué había en sus ojos y.. Luego, ella, cuando la toqué, yo. sentí frío y durante un segundo fue como si desapareciese dentro de mi, ¿Comprende?, como si ella y yo fuésemos un ser dentro de la piel del otro. Sus manos eran pequeñas y morenas y las tenía llenas de horrorosas cicatrices. Me llevó a la habitación. Tomó el dinero y me dijo lo que tenía que hacer. (Pausa) Pero ninguno de los dos sabíamos lo que hacíamos ( Eduard está llorando).
VON GLOEDEN: - Lo siento.
EDUARD LOVE: - A la mañana siguiente volvía a estar en mi casa.
VON GLOEDEN: - ¿Nunca hablaron de ello? (Eduard no contesta ) ¿No tiene más familia, hermanos, su madre? (Eduard Love le mira horrorizado).
EDUARD LOVE: - (Asustado) Fui hijo único.
VON GLOEDEN: - ¿Y su madre?
EDUARD LOVE: - (Colérico) ¡ Ya basta, señor Gloeden ! Le he dicho más de lo que jamás he contado a nadie. ¡Déjeme en paz! (Se calma).
VON GLOEDEN: - Será mejor que descansemos unos Minutos.
Apagón.
CUADRO SEGUNDO
Dos día después, por la mañana, hacia las 11:00h. Es un día radiante y caluroso. EDUARD LOVE ha salido muy temprano a correr por la playa. El Barón está sólo. Llaman a la puerta de entrada. Es un tintineo de campanillas como el que escuchamos en el primer cuadro. Llaman con ahínco.
VON GLOEDEN: - ( Off) ¡Lelo! (Pausa. Llaman de nuevo) La porta, Lelo.
(Pausa. La puerta de entrada se abre y aparece BRUGARDO. Es un hombre voluminoso con aspecto de bestia de las cavernas que viste, incómodo, un traje gris. Le sigue ACCAS ROSEMBERG, un paralítico que empuja su silla de ruedas. Va impecablemente vestido con un traje obscuro y lleva un bastón robusto apoyado en las rodillas. Tiene la faz congestionada por el calor. BRUGARDO cierra la puerta y se coloca detrás de ROSEMBERG.)
( Off) ¿Dove esta questo pazo?
Entra el BARÓN por el flanco derecho del escenario, vestido con pantalones de traje blanco, camisa blanca y tirantes. Va hacia la puerta atándose los gemelos de una manga de la camisa. Percibe a pocos pasos a las dos figuras.
ACCAS ROSEMBERG: - ( Se descubre la cabeza). Buenos días. Perdone, creí que había dicho, adelante... Mi nombre es Rosemberg.( pausa ) Accas Rosemberg. ¿Varón Von Gloeden?. (El varón no dice nada) ¿Habla usted mi idioma?)
VON GLOEDEN: - Oh, sí, sí. Perdone. Wilhem Von Gloeden. ¿En qué puedo ayudarle?
ACCAS ROSEMBERG: - Vengo a ver a Stuard (Pausa. El varón pone cara de .je ne sais qua.) Stuard Rosemberg .
VON GLOEDEN: - Lo siento pero no hay nadie con ese nombre en esta casa.
ACCAS ROSEMBERG.- Bueno, en el pueblo me han dicho... Yo soy el padre del muchacho que vive aquí, con usted.
VON GLOEDEN: - ¿Eduard?
ACCAS ROSEMBERG: - Eh, sí, Eduard. ¿Puedo verle?
VON GLOEDEN: - Adelante, por favor.
ACCAS ROSEMBERG: - (Hace una señal a Brugardo para que espere a fuera) ¡Que calor más sofocante!. Vive en un lugar maravilloso señor Gloeden pero esta cuesta se parece muchísimo al monte Calvario. Mi ayudante me ha traído aquí desde el pueblo. Yo estoy - 18 - exhausto, él no, tiene más resistencia que un camello.
VON GLOEDEN: - Permítame que le ofrezca algo de beber.
ACCAS ROSEMBERG.- Un poco de agua me haría bien. (El varón va a buscarla)
VON GLOEDEN: - (Off) ¿Por casualidad no se habrán cruzado en el camino con un muchacho de corta estatura?
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Un enano?, sí. A él le preguntamos dónde estaba esta Villa. Parecía tener prisa. (El varón regresa con el agua. Rosemberg bebe) Ah, esto está mejor.
VON GLOEDEN: - Era Lelo. Me viene a asistir por las mañanas. Habrá ido al pueblo y el muy rufián no me ha dicho nada. Creo que alguien se equivocó con la nacionalidad en eso de .Despedirse a la francesa.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Puede avisar a mi hijo que he llegado?
VON GLOEDEN: - Eduard no está.
ACCAS ROSEMBERG: - Oh, vaya. Y a dónde ha ido.
VON GLOEDEN: - Sale por las mañanas a hacer ejercicio en la playa. Es un hábito que realiza religiosamente. A las siete se va y no vuelve hasta la hora de comer. Dice que se siente mejor.
ACCAS ROSEMBERG.- (Poniéndose el sombrero) Bueno, entonces me temo que tendré que ir allí. ¿No le parece?
VON GLOEDEN: - Descanse un momento, se lo ruego. Querría hablarle de su hijo. Es un muchacho excelente.
ACCAS ROSEMBERG: - Sí.., sí que lo es. De qué conoce usted a Stuard?
VON GLOEDEN: - Hace una semana que coincidimos en la playa. Yo voy algunas tardes a pasear. Su hijo había llegado en el barco de la tarde y no halló habitación en ningún hotel. No es fácil encontrar alojamiento en Taormina, especialmente durante la estación. Yo ya había alojado antes a otros chicos, por mi profesión. Soy fotógrafo artístico. Me pareció un buen muchacho, y le propuse alojarse en mi casa hasta que encontrase un sitio libre.
ACCAS ROSEMBERG: - Ya, bueno. Algo así me contaron en el pueblo. Comprenda que yo me haya informado antes de venir, especialmente por que la salud de Stuard no es buena. Pero según usted ya hace una semana de eso y el chico sigue aquí.
VON GLOEDEN: - Me agrada su compañía. No va a quedarse mucho, eso es lo que me ha dicho así es que un día más o menos no era importante. Pero he de informarle que Eduard, eh, Stuard ,se encuentra maravillosamente. El aire y los paseos por Taormina le han hecho bien, supongo.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Supone?
VON GLOEDEN: - Bueno, a mi no me dio la impresión de que estuviese enfermo. Me pareció un chico muy sano. Quizá ahora esté más bronceado, pero Eduard llegó a esta casa en perfecto estado de salud y así sigue.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Eduard?. Verá, me parece que con esta letanía de nombres me siento un poco extraño. Vamos a dejarlo en mi hijo, cuando hable yo, y su hijo, cuando lo haga usted no le parece?
VON GLOEDEN: - Desde luego señor Rosemberg. Pero entienda que es así como le conocí y del modo que me he dirigido a él en todo este tiempo.
ACCAS ROSEMBERG: - (Con despecho malsano, aunque disimulado) Ha querido usar otro nombre. Es bastante aficionado a.... (afectado) Dios me perdone. Es sólo que todavía me siento desconcertado y agotado por todo este asunto. Verá, mi hijo y llegamos a Italia hace un mes. Vinimos para que mejorase de sus nervios. Nos encontrábamos en Nápoles cuando una mañana, al despertarme, descubrí que había desaparecido del hotel con el dinero de mi cartera. Imagínese, yo, en mi estado. Contraté a ese hombre, Brugardo, para que me llevase y desde hace tres semanas que vengo siguiendo su pista por el Sur de Italia.
VON GLOEDEN: - No acierto a comprender. ¿Qué tipo de enfermedad sufre su hijo, exactamente?
ACCAS ROSEMBERG: - Es mas bien un trastorno (Pausa. Mira como si buscara un oído expiatorio). Creo que puedo confiar en usted. Verá, a principios de año mi hijo empezó a dar la primera señal de alarma. Hasta entonces, mi hijo y yo habíamos tenido una relación de camaradería. Siempre hablábamos de todo. Nos llevábamos bien. Poseo un hangar con tres DH-4 que compré al ejército y que acondicioné para ofrecer un servicio de aerobús, con mucho éxito. Ahora soy un hombre rico. Stuard siempre fue un niño introvertido. Mis intentos para que se relacionara con otros muchachos fracasaban cada vez. Pero últimamente había conocido a un chico. No supe de - 20 - esto hasta hace poco, cuando mi hijo tuvo que ser internado en una clínica de..., por sus nervios. Parece ser que mi hijo entabló gran amistad con uno de mis empleados en el hangar. Brindó su afecto ciegamente sin considerar antes que no es oro todo lo que reluce. Se volcó en él. Parece ser que el muchacho era en realidad una buena pieza, era, bueno, ¿Cómo se lo diría?. Era un pervertido, un asqueroso pervertido que traicionó la amistad sincera que mi hijo le brindaba. Entonces, una noche, Stuard se volvió loco, empezó a romperlo todo y a proferir amenazas contra mí. Me culpaba de aquello, se sintió traicionado. Yo no entendía nada y entonces él.. me agredió. Intentó. Vaya, Dios me perdone, pero me amenazó con un cuchillo. Conseguí calmarlo y llamé al médico, un conocido de toda la vida. Me aconsejó que internara a Stuard. Allí paso siete meses hasta que pudo recuperarse un poco. Finalmente aceptó que se había equivocado respecto a mí. Los médicos me dijeron que lo mejor sería que hiciésemos un viaje a un lugar cálido para que el chico se distrajese y que luego podríamos volver a casa, tranquilos. El resto ya lo conoce por Stuard, supongo.
VON GLOEDEN: - Pues no. Su hijo y yo no hemos hablado de él. Tan sólo sé que se llama Eduard Love, Lo cual no es cierto y que tiene 23 años.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Y no le preguntó qué hacía en Taormina ?. De dónde era y... bueno, lo normal, antes de traerlo a su casa.
VON GLOEDEN: - Ya le he dicho antes que su hijo me inspiró confianza. Además, no pude. Quiso hacer un pacto de silencio. Me pareció divertido. Esperaba que él mismo me dijese algo cuando quisiera. Mientras tanto disfruto de su animada conversación.
ACCAS ROSEMBERG: - Animada conversación. ¿De qué pueden hablar durante una semana dos personas que no se conocen ni tan siquiera lo intentan en todo ese tiempo?
VON GLOEDEN: - Su hijo es un gran aficionado a la historia y la poesía. Posee un fabuloso conocimiento sobre arte. Y sobre todo tiene la cualidad más rara y preciada en un hombre joven, sabe escuchar y es paciente. Además yo no he dicho que no intentase saber más sobre él. Pero su hijo es muy reservado. Ahora entiendo el por qué.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡En fin!, Supongo que debo estarle - 21 - agradecido por haber acogido a mi hijo. Ya es hora de que vuelva a casa conmigo. Iré a buscarle.
VON GLOEDEN: - Antes de que se vaya. Señor Rosemberg, ¿Puedo serle franco?. Se me ocurre que no es una buena idea el que vaya a buscarle. No creo que ese sea el mejor de volver a ver a su hijo. Cierto es que parece ser, por lo que usted dice, se ha recuperado. Pero creo que si le viese ahora, así, tan súbitamente. Creo que sería mejor que me dejase hablar con él primero.
ACCAS ROSEMBERG: - De ningún modo.
VON GLOEDEN: - Por lo poco que conozco a su hijo puedo decir que es un muchacho muy impresionable. Quizá me considere atrevido pero creo que en estos casos lo mejor es no dar . Se expone a que se asuste y hulla. Ahora que lo ha encontrado.
ACCAS ROSEMBERG: - Me alojo en el hotel Pomeriggio (Clava sonoramente dos veces el bastón en el suelo y entra Brugardo). Volveré por la tarde, a eso de las seis y lo llevaré conmigo. Buenos días barón Von Gloeden. (Brugardo empuja la silla y Salen. El barón va a la puerta a toda prisa y cierra con llave).
Entra el BARÓN por el flanco derecho del escenario, vestido con pantalones de traje blanco, camisa blanca y tirantes. Va hacia la puerta atándose los gemelos de una manga de la camisa. Percibe a pocos pasos a las dos figuras.
ACCAS ROSEMBERG: - ( Se descubre la cabeza). Buenos días. Perdone, creí que había dicho, adelante... Mi nombre es Rosemberg.( pausa ) Accas Rosemberg. ¿Varón Von Gloeden?. (El varón no dice nada) ¿Habla usted mi idioma?)
VON GLOEDEN: - Oh, sí, sí. Perdone. Wilhem Von Gloeden. ¿En qué puedo ayudarle?
ACCAS ROSEMBERG: - Vengo a ver a Stuard (Pausa. El varón pone cara de .je ne sais qua.) Stuard Rosemberg .
VON GLOEDEN: - Lo siento pero no hay nadie con ese nombre en esta casa.
ACCAS ROSEMBERG.- Bueno, en el pueblo me han dicho... Yo soy el padre del muchacho que vive aquí, con usted.
VON GLOEDEN: - ¿Eduard?
ACCAS ROSEMBERG: - Eh, sí, Eduard. ¿Puedo verle?
VON GLOEDEN: - Adelante, por favor.
ACCAS ROSEMBERG: - (Hace una señal a Brugardo para que espere a fuera) ¡Que calor más sofocante!. Vive en un lugar maravilloso señor Gloeden pero esta cuesta se parece muchísimo al monte Calvario. Mi ayudante me ha traído aquí desde el pueblo. Yo estoy - 18 - exhausto, él no, tiene más resistencia que un camello.
VON GLOEDEN: - Permítame que le ofrezca algo de beber.
ACCAS ROSEMBERG.- Un poco de agua me haría bien. (El varón va a buscarla)
VON GLOEDEN: - (Off) ¿Por casualidad no se habrán cruzado en el camino con un muchacho de corta estatura?
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Un enano?, sí. A él le preguntamos dónde estaba esta Villa. Parecía tener prisa. (El varón regresa con el agua. Rosemberg bebe) Ah, esto está mejor.
VON GLOEDEN: - Era Lelo. Me viene a asistir por las mañanas. Habrá ido al pueblo y el muy rufián no me ha dicho nada. Creo que alguien se equivocó con la nacionalidad en eso de .Despedirse a la francesa.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Puede avisar a mi hijo que he llegado?
VON GLOEDEN: - Eduard no está.
ACCAS ROSEMBERG: - Oh, vaya. Y a dónde ha ido.
VON GLOEDEN: - Sale por las mañanas a hacer ejercicio en la playa. Es un hábito que realiza religiosamente. A las siete se va y no vuelve hasta la hora de comer. Dice que se siente mejor.
ACCAS ROSEMBERG.- (Poniéndose el sombrero) Bueno, entonces me temo que tendré que ir allí. ¿No le parece?
VON GLOEDEN: - Descanse un momento, se lo ruego. Querría hablarle de su hijo. Es un muchacho excelente.
ACCAS ROSEMBERG: - Sí.., sí que lo es. De qué conoce usted a Stuard?
VON GLOEDEN: - Hace una semana que coincidimos en la playa. Yo voy algunas tardes a pasear. Su hijo había llegado en el barco de la tarde y no halló habitación en ningún hotel. No es fácil encontrar alojamiento en Taormina, especialmente durante la estación. Yo ya había alojado antes a otros chicos, por mi profesión. Soy fotógrafo artístico. Me pareció un buen muchacho, y le propuse alojarse en mi casa hasta que encontrase un sitio libre.
ACCAS ROSEMBERG: - Ya, bueno. Algo así me contaron en el pueblo. Comprenda que yo me haya informado antes de venir, especialmente por que la salud de Stuard no es buena. Pero según usted ya hace una semana de eso y el chico sigue aquí.
VON GLOEDEN: - Me agrada su compañía. No va a quedarse mucho, eso es lo que me ha dicho así es que un día más o menos no era importante. Pero he de informarle que Eduard, eh, Stuard ,se encuentra maravillosamente. El aire y los paseos por Taormina le han hecho bien, supongo.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Supone?
VON GLOEDEN: - Bueno, a mi no me dio la impresión de que estuviese enfermo. Me pareció un chico muy sano. Quizá ahora esté más bronceado, pero Eduard llegó a esta casa en perfecto estado de salud y así sigue.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Eduard?. Verá, me parece que con esta letanía de nombres me siento un poco extraño. Vamos a dejarlo en mi hijo, cuando hable yo, y su hijo, cuando lo haga usted no le parece?
VON GLOEDEN: - Desde luego señor Rosemberg. Pero entienda que es así como le conocí y del modo que me he dirigido a él en todo este tiempo.
ACCAS ROSEMBERG: - (Con despecho malsano, aunque disimulado) Ha querido usar otro nombre. Es bastante aficionado a.... (afectado) Dios me perdone. Es sólo que todavía me siento desconcertado y agotado por todo este asunto. Verá, mi hijo y llegamos a Italia hace un mes. Vinimos para que mejorase de sus nervios. Nos encontrábamos en Nápoles cuando una mañana, al despertarme, descubrí que había desaparecido del hotel con el dinero de mi cartera. Imagínese, yo, en mi estado. Contraté a ese hombre, Brugardo, para que me llevase y desde hace tres semanas que vengo siguiendo su pista por el Sur de Italia.
VON GLOEDEN: - No acierto a comprender. ¿Qué tipo de enfermedad sufre su hijo, exactamente?
ACCAS ROSEMBERG: - Es mas bien un trastorno (Pausa. Mira como si buscara un oído expiatorio). Creo que puedo confiar en usted. Verá, a principios de año mi hijo empezó a dar la primera señal de alarma. Hasta entonces, mi hijo y yo habíamos tenido una relación de camaradería. Siempre hablábamos de todo. Nos llevábamos bien. Poseo un hangar con tres DH-4 que compré al ejército y que acondicioné para ofrecer un servicio de aerobús, con mucho éxito. Ahora soy un hombre rico. Stuard siempre fue un niño introvertido. Mis intentos para que se relacionara con otros muchachos fracasaban cada vez. Pero últimamente había conocido a un chico. No supe de - 20 - esto hasta hace poco, cuando mi hijo tuvo que ser internado en una clínica de..., por sus nervios. Parece ser que mi hijo entabló gran amistad con uno de mis empleados en el hangar. Brindó su afecto ciegamente sin considerar antes que no es oro todo lo que reluce. Se volcó en él. Parece ser que el muchacho era en realidad una buena pieza, era, bueno, ¿Cómo se lo diría?. Era un pervertido, un asqueroso pervertido que traicionó la amistad sincera que mi hijo le brindaba. Entonces, una noche, Stuard se volvió loco, empezó a romperlo todo y a proferir amenazas contra mí. Me culpaba de aquello, se sintió traicionado. Yo no entendía nada y entonces él.. me agredió. Intentó. Vaya, Dios me perdone, pero me amenazó con un cuchillo. Conseguí calmarlo y llamé al médico, un conocido de toda la vida. Me aconsejó que internara a Stuard. Allí paso siete meses hasta que pudo recuperarse un poco. Finalmente aceptó que se había equivocado respecto a mí. Los médicos me dijeron que lo mejor sería que hiciésemos un viaje a un lugar cálido para que el chico se distrajese y que luego podríamos volver a casa, tranquilos. El resto ya lo conoce por Stuard, supongo.
VON GLOEDEN: - Pues no. Su hijo y yo no hemos hablado de él. Tan sólo sé que se llama Eduard Love, Lo cual no es cierto y que tiene 23 años.
ACCAS ROSEMBERG: - ¿Y no le preguntó qué hacía en Taormina ?. De dónde era y... bueno, lo normal, antes de traerlo a su casa.
VON GLOEDEN: - Ya le he dicho antes que su hijo me inspiró confianza. Además, no pude. Quiso hacer un pacto de silencio. Me pareció divertido. Esperaba que él mismo me dijese algo cuando quisiera. Mientras tanto disfruto de su animada conversación.
ACCAS ROSEMBERG: - Animada conversación. ¿De qué pueden hablar durante una semana dos personas que no se conocen ni tan siquiera lo intentan en todo ese tiempo?
VON GLOEDEN: - Su hijo es un gran aficionado a la historia y la poesía. Posee un fabuloso conocimiento sobre arte. Y sobre todo tiene la cualidad más rara y preciada en un hombre joven, sabe escuchar y es paciente. Además yo no he dicho que no intentase saber más sobre él. Pero su hijo es muy reservado. Ahora entiendo el por qué.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡En fin!, Supongo que debo estarle - 21 - agradecido por haber acogido a mi hijo. Ya es hora de que vuelva a casa conmigo. Iré a buscarle.
VON GLOEDEN: - Antes de que se vaya. Señor Rosemberg, ¿Puedo serle franco?. Se me ocurre que no es una buena idea el que vaya a buscarle. No creo que ese sea el mejor de volver a ver a su hijo. Cierto es que parece ser, por lo que usted dice, se ha recuperado. Pero creo que si le viese ahora, así, tan súbitamente. Creo que sería mejor que me dejase hablar con él primero.
ACCAS ROSEMBERG: - De ningún modo.
VON GLOEDEN: - Por lo poco que conozco a su hijo puedo decir que es un muchacho muy impresionable. Quizá me considere atrevido pero creo que en estos casos lo mejor es no dar . Se expone a que se asuste y hulla. Ahora que lo ha encontrado.
ACCAS ROSEMBERG: - Me alojo en el hotel Pomeriggio (Clava sonoramente dos veces el bastón en el suelo y entra Brugardo). Volveré por la tarde, a eso de las seis y lo llevaré conmigo. Buenos días barón Von Gloeden. (Brugardo empuja la silla y Salen. El barón va a la puerta a toda prisa y cierra con llave).
PREÁMBULO DEL TERCER CUADRO
Von Gloeden respira hondo. Está desconcertado y a la vez desanimado. Va a sentarse. Empieza a meditar. Se mira las palmas de las manos. Suena una marcha militar con fanfarrias y tambores. El barón no parece asustarse. Por la puerta , a pesar de estar cerrada, entra de espaldas, haciendo continuadas reverencias el Rey. Lleva una caja de limpiabotas. Le sigue el Dictador, con aire marcial. Detrás viene el Papa, con un a cartera portafolios en una mano y una badila de bendecir en la otra. Los personajes no pretenden parecer reales. Sus vestidos son disfraces. El DICTADOR y el PAPA llevan maquillaje y nariz de payaso. El REY, no. Él es el único que puede decir verdades sin ser cómico puesto que son verdades reconocidas y que su puesta en cuestión no arrastra al diálogo hacia una posición demasiado crítica. Cesan las fanfarrias y los personajes se detienen. El rey abre su maleta de limpia botas y dispone las herramientas en el suelo.
EL DICTADOR: - (Al barón, imperativo). ¿Es usted poeta?. (El rey empieza a embetunar las botas del dictador y a sacarles brillo, frenéticamente).
VON GLOEDEN: - Yo... lo fui una vez.
EL PAPA: - Si sólo fue una vez entonces yo creo que...
EL DICTADOR: - Con una vez basta. (Al Papa) Apunte, apunte que fue poeta. El Papa abre su portafolios y saca un sándwich, un martillo, unos clavos grandes y un peine. Finalmente saca un bloc de notas y un lápiz de carpintero. (Al barón) ¿Conoce el destino del poeta?, Que la belleza no dura siempre, ta, ta, ta y todo eso...(El Barón asiente). Bien, bien. (Al Papa) Y además, con alevosía.
VON GLOEDEN: - Yo nací así. Siempre fui así.
EL DICTADOR: - Eso no le exime de culpa. (Le hace una señal al Papa, para que apunte).
EL PAPA: - (Apuntando) Cultivar un vicio como algo inherente al concepto del génesis de un ser humano es monstruoso. Además la patente no es suya. Mucho antes fue lo del pecado original. Claro que el pecado original puede ser barrado por el bautismo.
EL DICTADOR: - (Al Papa) ¿Está totalmente seguro de eso?
REY: - Hecha la ley...
EL PAPA: - No, pero dos mil años lo acreditan.
REY: - (Observando su trabajo en las botas del Dictador). La atención de cada cual está determinada según las líneas directrices de su personalidad.
EL PAPA: - No importa el fin, ni la causa. Toda vida debe ser conducida en rectitud y hacia la perfección. Pero no hay nada que temer. Dios es infalible y en estos casos lo mejor es operar. Yo creo que si lo bendigo... quizá. Mm, déjame probar. (Bendice las manos del barón)
REY: - ¡Oh, una mancha asquerosa ¡
EL DICTADOR: - (Al barón) Y bueno?
VON GLOEDEN: - (Mirándose las manos) Esto es sangre.
REY: - En la obscuridad de la noche y con el ruido de los carros nadie lo notará.
EL DICTADOR: - (lloriqueando) Aún es poeta, Pío. (Sereno) Empiezo a dudar de la infalibilidad de Dios.
VON GLOEDEN: - (Horrorizado) ¡Es sangre!
REY: - (Recogiendo los enseres de limpiabotas y poniéndolos en la caja) Una verdad pesa menos en la boca de un mentiroso.
EL PAPA: - ( Como una confidencia) Yo también. Habrá que hacer algo. En fin, (mira la badila) con las bombas funcionaba.
EL DICTADOR: - ¿Han eliminado las haches? ¿Todas las haches?. Las haches no sirven para nada. ¿No será la conspiración hache?
EL PAPA: - Imposible. Aún no hemos llegado a eso. (Refiriéndose al barón) Me temo que este desgraciado está confuso. ¿Qué te ocurre hijo mío?
VON GLOEDEN: - Mis manos están llenas de sangre.
EL PAPA: - Eso se llama trans-substanciación. No te asustes, es un fenómeno que ocurre todos los días ante millones de almas sencillas, algunos incluso la bebemos (Se acerca la badila a la boca y la pasa por sus labios. Parece practicarle una felación. Su boca se tiñe de rojo). Umm, ¿Lo ves hijo mío? (Eructando) No hay por qué tener miedo.
VON GLOEDEN: - Yo creí que la esperanza volvía de nuevo. Él me sacará de este abismo, él será mi cándida respuesta.
EL PAPA: - ¿Hijo?
EL DICTADOR: - Ma, ¿Qué cazzo dice?
REY: - Creíste las palabras de un pobre - 24 - loco. No juzgues y no serás juzgado. (Suena de nuevo el tintineo. El barón lo se aprieta el estómago) Nadie creerá en tu pureza. Los acontecimientos se han descompuesto y tu intentas convertir en imagen el caos colocando una pieza detrás de la otra. No es así como se funciona.
VON GLOEDEN: - Dime cómo he de hacer para que cesen. de sonar esas campanillas, para arrancarlas de mi estómago. ¡DÍMELO!
EL PAPA: - Dios tiene piedad de los locos. Habla solo, es un pobre loco. Andiamo a Letrán. Andiamo, andiamo. El tintineo es más seguido y se oye más alto. Los personajes salen por donde entraron en la misma forma. El barón sigue perplejo unos segundos, apretándose el estómago.
VON GLOEDEN: - Yo... lo fui una vez.
EL PAPA: - Si sólo fue una vez entonces yo creo que...
EL DICTADOR: - Con una vez basta. (Al Papa) Apunte, apunte que fue poeta. El Papa abre su portafolios y saca un sándwich, un martillo, unos clavos grandes y un peine. Finalmente saca un bloc de notas y un lápiz de carpintero. (Al barón) ¿Conoce el destino del poeta?, Que la belleza no dura siempre, ta, ta, ta y todo eso...(El Barón asiente). Bien, bien. (Al Papa) Y además, con alevosía.
VON GLOEDEN: - Yo nací así. Siempre fui así.
EL DICTADOR: - Eso no le exime de culpa. (Le hace una señal al Papa, para que apunte).
EL PAPA: - (Apuntando) Cultivar un vicio como algo inherente al concepto del génesis de un ser humano es monstruoso. Además la patente no es suya. Mucho antes fue lo del pecado original. Claro que el pecado original puede ser barrado por el bautismo.
EL DICTADOR: - (Al Papa) ¿Está totalmente seguro de eso?
REY: - Hecha la ley...
EL PAPA: - No, pero dos mil años lo acreditan.
REY: - (Observando su trabajo en las botas del Dictador). La atención de cada cual está determinada según las líneas directrices de su personalidad.
EL PAPA: - No importa el fin, ni la causa. Toda vida debe ser conducida en rectitud y hacia la perfección. Pero no hay nada que temer. Dios es infalible y en estos casos lo mejor es operar. Yo creo que si lo bendigo... quizá. Mm, déjame probar. (Bendice las manos del barón)
REY: - ¡Oh, una mancha asquerosa ¡
EL DICTADOR: - (Al barón) Y bueno?
VON GLOEDEN: - (Mirándose las manos) Esto es sangre.
REY: - En la obscuridad de la noche y con el ruido de los carros nadie lo notará.
EL DICTADOR: - (lloriqueando) Aún es poeta, Pío. (Sereno) Empiezo a dudar de la infalibilidad de Dios.
VON GLOEDEN: - (Horrorizado) ¡Es sangre!
REY: - (Recogiendo los enseres de limpiabotas y poniéndolos en la caja) Una verdad pesa menos en la boca de un mentiroso.
EL PAPA: - ( Como una confidencia) Yo también. Habrá que hacer algo. En fin, (mira la badila) con las bombas funcionaba.
EL DICTADOR: - ¿Han eliminado las haches? ¿Todas las haches?. Las haches no sirven para nada. ¿No será la conspiración hache?
EL PAPA: - Imposible. Aún no hemos llegado a eso. (Refiriéndose al barón) Me temo que este desgraciado está confuso. ¿Qué te ocurre hijo mío?
VON GLOEDEN: - Mis manos están llenas de sangre.
EL PAPA: - Eso se llama trans-substanciación. No te asustes, es un fenómeno que ocurre todos los días ante millones de almas sencillas, algunos incluso la bebemos (Se acerca la badila a la boca y la pasa por sus labios. Parece practicarle una felación. Su boca se tiñe de rojo). Umm, ¿Lo ves hijo mío? (Eructando) No hay por qué tener miedo.
VON GLOEDEN: - Yo creí que la esperanza volvía de nuevo. Él me sacará de este abismo, él será mi cándida respuesta.
EL PAPA: - ¿Hijo?
EL DICTADOR: - Ma, ¿Qué cazzo dice?
REY: - Creíste las palabras de un pobre - 24 - loco. No juzgues y no serás juzgado. (Suena de nuevo el tintineo. El barón lo se aprieta el estómago) Nadie creerá en tu pureza. Los acontecimientos se han descompuesto y tu intentas convertir en imagen el caos colocando una pieza detrás de la otra. No es así como se funciona.
VON GLOEDEN: - Dime cómo he de hacer para que cesen. de sonar esas campanillas, para arrancarlas de mi estómago. ¡DÍMELO!
EL PAPA: - Dios tiene piedad de los locos. Habla solo, es un pobre loco. Andiamo a Letrán. Andiamo, andiamo. El tintineo es más seguido y se oye más alto. Los personajes salen por donde entraron en la misma forma. El barón sigue perplejo unos segundos, apretándose el estómago.
TERCER CUADRO
Desde el exterior se oye en Off a Eduard Love llamando al barón. El tintineo es el del llamador de la puerta de entrada. El barón se recompone. Se le ve más cansado y viejo. Va a abrir.
VON GLOEDEN: - Pase.
EDUARD LOVE: - Creí que no había nadie. He estado esperando en la puerta más de una hora. Oí su voz. Gritaba.
VON GLOEDEN: - Perdone mi estupidez, me quedé dormido. ¿Qué hora es?
EDUARD LOVE: - Son casi las cinco.
VON GLOEDEN: - Dios mío, no ha comido nada.
EDUARD LOVE: - Pero... Hoy fui a formalizar el billete del barco?. Le dije ayer comería fuera.
VON GLOEDEN: - Oh, sí. Es sólo que me siento un poco desorientado con este sueño.
EDUARD LOVE: - ¿Y bien? ¿Listo para nuestra promenade por la playa?. Hoy nos decimos adiós. Mañana saldré temprano, en el primero para la bota.
VON GLOEDEN: - Eh... si no le importa, hoy no deseo salir. No me encuentro del todo bien. Prefiero quedarme en casa. EDUARD LOVE: - Claro, está bien. (Se dirige al mueble bar y saca una botella de oporto y dos copas. Empieza a llenar las copas).
VON GLOEDEN: - ¿Eduard?
EDUARD LOVE: - ¿Mm?
VON GLOEDEN: - ¿A dónde va? ¿Vuelve a casa?
EDUARD LOVE: - ¿A casa?. No, el viento no sopla hacia allí.
VON GLOEDEN: - ¿ A dónde se dirige entonces?
EDUARD LOVE: - Por lo pronto, mañana, a las ocho, en el primero. al continente.
VON GLOEDEN: - Mm. Y, ¿luego?
EDUARD LOVE: (Se chupa un dedo y lo eleva) Con el viento.
VON GLOEDEN: - Me equivoqué al pensar que confiaba en mi.
EDUARD LOVE: - No tiene nada que ver con la confianza. No puedo decirle lo que ni yo mismo sé.
VON GLOEDEN: - Entonces siga mi consejo. Vuelva a casa.
EDUARD LOVE: - Barón (le entrega la copa), yo no tengo casa. Prosigo viaje a través de mi desierto particular. ¡Brindemos por eso!
VON GLOEDEN: - ¡Tremenda estupidez! Se obstina en no querer contarme nada. Desde que hablo de su padre no ha vuelto a decir palabra.
EDUARD LOVE: - (De un trago se bebe la copa) No tiene derecho. Le aprecio, siento un gran afecto por usted pero.
VON GLOEDEN: - No me diga que me aprecia. Sólo desde el conocimiento es posible el amor. La ignorancia un cielo sin estrellas.
EDUARD LOVE: - Siento que piense eso. Le aseguro que le aprecio. No quise hablarle de lo que fui, porque eso ya no existe. Lo que ve es lo que soy, ni más ni menos. Mi futuro es mi presente. Voy campo a través.
VON GLOEDEN: - ¿ Y piensa pasarse la vida de ese modo? ¿Huyendo?
EDUARD LOVE: - Huyendo no. Voy en busca de mí vida, Como lo hicieron Rimbaud y muchos otros. Mi vida y yo ni tan siquiera nos conocemos.
VON GLOEDEN: - Mi vida, mi vida. ¿Cómo piensa construir algo sobre cimientos tan endebles? En vez de afrontar la situación y luchar por querer salir del pozo en que se encuentra.
EDUARD LOVE: - Yo no me encuentro en un pozo. Estuve en un pozo, señor Gloeden, un pozo oscuro y silencioso. Ahora tengo anta luz conmigo que nada podrá apagarla de nuevo. Usted me ayudó a encontrarla. Me habló de la poesía y de la belleza, cosas que yo no conocía.
VON GLOEDEN: - Usted se equivoca.
EDUARD LOVE: -¿De verdad? Niega sus palabras.
VON GLOEDEN: - No niego nada, tan sólo confundió usted mis intenciones. Quise obsequiarle con una bella estampa sobre la vida, Eduard y usted fue muy lejos.
EDUARD LOVE: - Oh, claro, una bella estampa. Gracias Wilhemini. ¿Me permite que le llame Wilhemyni? Los nombres en italiano suenan como la miel. (eleva la voz) Odio la mendacidad, me repugna. Cosas dichas para agradar, para consolar para obtener. ¿Dígame qué espera obtener de mi, barón?
VON GLOEDEN: -(Estalla lleno de furia) Cállese, maldita sea, cállese. Quizá le haya contado la historia al revés, pero a veces es la única forma de soportar la verdad.
EDUARD LOVE: -(Con despecho) La verdad.
VON GLOEDEN: - Sí, la cruda verdad sobre la vida señor Love. (Se mofa) Quiere vagar por el desierto como Rimbaud. Le contaré realmente, sin un ápice de esa mendacidad que usted detesta, cómo fue la única vez que tuve el honor de ver al señor Rimbaud. Sí, ciertamente le mentí en la forma pero no en el hecho. Le conocí y fue la experiencia más desagradable de mi vida. Fue en Octubre de 1891. Me hallaba en Marsella. Había parado en aquella ciudad de vuelta a Taormina después de pasar unas semanas con mi madre en Wismar. Uno de los médicos del hospital de la Concepción era conocido mío. (empieza a oírse la sonata de Schubert). .No adivinarías nunca quien está interno . me dijo . Arthur Rimbaud. Se le ha hospitalizado con el nombre de Jean, pero es el poeta. Apenas cruzamos estas palabras no me dijo más. Entonces yo no sabía como mueren los poetas. Fui a verlo. Había habido tormenta por la mañana pero el Mistral sopló hasta dejar una tarde estupenda. Compré un gran ramo de lirios. Lirios blancos para el poeta, para el eterno adolescente que vivía sus mágicas aventuras en el desierto. Entré en aquella habitación blanca, de una austeridad dura como el diamante. Olía como las patatas que se pudren. ¿Ha olido alguna vez las patatas putrefactas?, No, no lo creo. Le acababan de practicar una sesión de tratamiento de choque eléctrico en el brazo derecho. Dormía con los ojos abiertos,. Aquellas pequeñas gotas de agua turbia en pozos negros y hundidos en su cara de esqueleto grotesco con un bigote a lo ruso. Su respiración era corta y agitada, aquel sonido.. Dios, hacía estremecer. Se había cagado en su cama amarillenta.Salí de la habitación con el ramo de lirios blancos y se lo entregué a una anciana que caminaba arriba y abajo por el pasillo encorvada, con una mano a la espalda y la otra repicando con su bastón en el suelo diciendo .AVE MARÍA. .AVE MARÍA. .AVE MARÍA.. (Gritando, enfurecido Toma a Love por los hombros y lo agita ) Y ahora qué señor Love. ¿Se siente mejor al oír la verdad? ¿No es cierto que prefiere esta historia a la ridícula estampa de los hombres mascando Khat? (Love se ha despegado del barón y se ha llevado las manos a la cara. El barón habla ya tranquilamente, desconsolado, está llorando) Dónde se fue aquél adolescente de ojos de agua? ¿Ocurrió que la belleza se le escapó de los bolsillos y entonces quiso morir de pena?. Yo.ya..no sé. Ahora conoce usted como mueren los poetas señor Love. La magnitud de su horror es tan grande como la belleza de su poesía. Y usted va en busca de ello.
EDUARD LOVE: - ¿Por qué me cuenta todo esto? Creí que me entendía.
VON GLOEDEN: - Le entiendo Eduard, pero yo voy un paso adelante. Por nada en el mundo quisiera hacerle daño. Tampoco quiero que se lo haga usted. Su llegada fue como el viento fresco. Creía en todo lo que le dije, salió de aquí (se palpa en el lugar del corazón). Pero no tengo derecho a hablarle de la belleza y de los sueños cuando yo mismo he sido privado de la capacidad de crear belleza y de soñar. No se deje guiar por un ciego.
EDUARD LOVE: - No llore, se lo ruego. Quizá sea mejor que me vaya ahora. (Se dirige a la puerta).
VON GLOEDEN: - ¡No!. Yo. Quédese esta noche, por favor. Quisiera mostrarle mi estudio. Usted lo deseaba tanto. ¿Recuerda? (Se para). Ande, por favor, no lo acabemos así. Parece como si faltase algo.
Las luces disminuyen hasta dejar el escenario a oscuras.
EDUARD LOVE: - Creí que no había nadie. He estado esperando en la puerta más de una hora. Oí su voz. Gritaba.
VON GLOEDEN: - Perdone mi estupidez, me quedé dormido. ¿Qué hora es?
EDUARD LOVE: - Son casi las cinco.
VON GLOEDEN: - Dios mío, no ha comido nada.
EDUARD LOVE: - Pero... Hoy fui a formalizar el billete del barco?. Le dije ayer comería fuera.
VON GLOEDEN: - Oh, sí. Es sólo que me siento un poco desorientado con este sueño.
EDUARD LOVE: - ¿Y bien? ¿Listo para nuestra promenade por la playa?. Hoy nos decimos adiós. Mañana saldré temprano, en el primero para la bota.
VON GLOEDEN: - Eh... si no le importa, hoy no deseo salir. No me encuentro del todo bien. Prefiero quedarme en casa. EDUARD LOVE: - Claro, está bien. (Se dirige al mueble bar y saca una botella de oporto y dos copas. Empieza a llenar las copas).
VON GLOEDEN: - ¿Eduard?
EDUARD LOVE: - ¿Mm?
VON GLOEDEN: - ¿A dónde va? ¿Vuelve a casa?
EDUARD LOVE: - ¿A casa?. No, el viento no sopla hacia allí.
VON GLOEDEN: - ¿ A dónde se dirige entonces?
EDUARD LOVE: - Por lo pronto, mañana, a las ocho, en el primero. al continente.
VON GLOEDEN: - Mm. Y, ¿luego?
EDUARD LOVE: (Se chupa un dedo y lo eleva) Con el viento.
VON GLOEDEN: - Me equivoqué al pensar que confiaba en mi.
EDUARD LOVE: - No tiene nada que ver con la confianza. No puedo decirle lo que ni yo mismo sé.
VON GLOEDEN: - Entonces siga mi consejo. Vuelva a casa.
EDUARD LOVE: - Barón (le entrega la copa), yo no tengo casa. Prosigo viaje a través de mi desierto particular. ¡Brindemos por eso!
VON GLOEDEN: - ¡Tremenda estupidez! Se obstina en no querer contarme nada. Desde que hablo de su padre no ha vuelto a decir palabra.
EDUARD LOVE: - (De un trago se bebe la copa) No tiene derecho. Le aprecio, siento un gran afecto por usted pero.
VON GLOEDEN: - No me diga que me aprecia. Sólo desde el conocimiento es posible el amor. La ignorancia un cielo sin estrellas.
EDUARD LOVE: - Siento que piense eso. Le aseguro que le aprecio. No quise hablarle de lo que fui, porque eso ya no existe. Lo que ve es lo que soy, ni más ni menos. Mi futuro es mi presente. Voy campo a través.
VON GLOEDEN: - ¿ Y piensa pasarse la vida de ese modo? ¿Huyendo?
EDUARD LOVE: - Huyendo no. Voy en busca de mí vida, Como lo hicieron Rimbaud y muchos otros. Mi vida y yo ni tan siquiera nos conocemos.
VON GLOEDEN: - Mi vida, mi vida. ¿Cómo piensa construir algo sobre cimientos tan endebles? En vez de afrontar la situación y luchar por querer salir del pozo en que se encuentra.
EDUARD LOVE: - Yo no me encuentro en un pozo. Estuve en un pozo, señor Gloeden, un pozo oscuro y silencioso. Ahora tengo anta luz conmigo que nada podrá apagarla de nuevo. Usted me ayudó a encontrarla. Me habló de la poesía y de la belleza, cosas que yo no conocía.
VON GLOEDEN: - Usted se equivoca.
EDUARD LOVE: -¿De verdad? Niega sus palabras.
VON GLOEDEN: - No niego nada, tan sólo confundió usted mis intenciones. Quise obsequiarle con una bella estampa sobre la vida, Eduard y usted fue muy lejos.
EDUARD LOVE: - Oh, claro, una bella estampa. Gracias Wilhemini. ¿Me permite que le llame Wilhemyni? Los nombres en italiano suenan como la miel. (eleva la voz) Odio la mendacidad, me repugna. Cosas dichas para agradar, para consolar para obtener. ¿Dígame qué espera obtener de mi, barón?
VON GLOEDEN: -(Estalla lleno de furia) Cállese, maldita sea, cállese. Quizá le haya contado la historia al revés, pero a veces es la única forma de soportar la verdad.
EDUARD LOVE: -(Con despecho) La verdad.
VON GLOEDEN: - Sí, la cruda verdad sobre la vida señor Love. (Se mofa) Quiere vagar por el desierto como Rimbaud. Le contaré realmente, sin un ápice de esa mendacidad que usted detesta, cómo fue la única vez que tuve el honor de ver al señor Rimbaud. Sí, ciertamente le mentí en la forma pero no en el hecho. Le conocí y fue la experiencia más desagradable de mi vida. Fue en Octubre de 1891. Me hallaba en Marsella. Había parado en aquella ciudad de vuelta a Taormina después de pasar unas semanas con mi madre en Wismar. Uno de los médicos del hospital de la Concepción era conocido mío. (empieza a oírse la sonata de Schubert). .No adivinarías nunca quien está interno . me dijo . Arthur Rimbaud. Se le ha hospitalizado con el nombre de Jean, pero es el poeta. Apenas cruzamos estas palabras no me dijo más. Entonces yo no sabía como mueren los poetas. Fui a verlo. Había habido tormenta por la mañana pero el Mistral sopló hasta dejar una tarde estupenda. Compré un gran ramo de lirios. Lirios blancos para el poeta, para el eterno adolescente que vivía sus mágicas aventuras en el desierto. Entré en aquella habitación blanca, de una austeridad dura como el diamante. Olía como las patatas que se pudren. ¿Ha olido alguna vez las patatas putrefactas?, No, no lo creo. Le acababan de practicar una sesión de tratamiento de choque eléctrico en el brazo derecho. Dormía con los ojos abiertos,. Aquellas pequeñas gotas de agua turbia en pozos negros y hundidos en su cara de esqueleto grotesco con un bigote a lo ruso. Su respiración era corta y agitada, aquel sonido.. Dios, hacía estremecer. Se había cagado en su cama amarillenta.Salí de la habitación con el ramo de lirios blancos y se lo entregué a una anciana que caminaba arriba y abajo por el pasillo encorvada, con una mano a la espalda y la otra repicando con su bastón en el suelo diciendo .AVE MARÍA. .AVE MARÍA. .AVE MARÍA.. (Gritando, enfurecido Toma a Love por los hombros y lo agita ) Y ahora qué señor Love. ¿Se siente mejor al oír la verdad? ¿No es cierto que prefiere esta historia a la ridícula estampa de los hombres mascando Khat? (Love se ha despegado del barón y se ha llevado las manos a la cara. El barón habla ya tranquilamente, desconsolado, está llorando) Dónde se fue aquél adolescente de ojos de agua? ¿Ocurrió que la belleza se le escapó de los bolsillos y entonces quiso morir de pena?. Yo.ya..no sé. Ahora conoce usted como mueren los poetas señor Love. La magnitud de su horror es tan grande como la belleza de su poesía. Y usted va en busca de ello.
EDUARD LOVE: - ¿Por qué me cuenta todo esto? Creí que me entendía.
VON GLOEDEN: - Le entiendo Eduard, pero yo voy un paso adelante. Por nada en el mundo quisiera hacerle daño. Tampoco quiero que se lo haga usted. Su llegada fue como el viento fresco. Creía en todo lo que le dije, salió de aquí (se palpa en el lugar del corazón). Pero no tengo derecho a hablarle de la belleza y de los sueños cuando yo mismo he sido privado de la capacidad de crear belleza y de soñar. No se deje guiar por un ciego.
EDUARD LOVE: - No llore, se lo ruego. Quizá sea mejor que me vaya ahora. (Se dirige a la puerta).
VON GLOEDEN: - ¡No!. Yo. Quédese esta noche, por favor. Quisiera mostrarle mi estudio. Usted lo deseaba tanto. ¿Recuerda? (Se para). Ande, por favor, no lo acabemos así. Parece como si faltase algo.
Las luces disminuyen hasta dejar el escenario a oscuras.
CUADRO CUARTO
En el estudio fotográfico del barón. Se enciende la luz en una lámpara que pende del techo. Es una luz amarilla y triste. Entra el barón. La disposición es libre pero habrá que tener en cuenta los siguientes elementos: Hay una ventana con una malla de biombo japonés tamizando la luz que entra del exterior. Actuará de pantalla de sombras chinescas. La ventana está tapada por una tela oscura, superpuesta. Hay una mesa sobre la cual se disponen papeles, fotografías y álbumes, además de una corona de rosas y hiedra, secas. Hay una cámara fotográfica grande, de trípode, de las de latón y madera. De la pared penderá un reloj con la hora en que empieza la acción: 17: 45h y que marcará el tiempo real que dura la escena. Lo más cercano al borde del escenario, de cara al público hay un espejo oval. En realidad sólo es el armazón, pues se le habrá retirado el espejo en sí. El público verá a través de él lo que los personajes consideran su reflejo. El barón entra y retira la tela que cubre la ventana. Inunda el escenario una luz blanca y mate que dará al cuadro la sensación de ser una película en blanco y negro.
VON GLOEDEN: -(Retira la tela de la ventana. A Eduard) Apague, por favor.
EDUARD LOVE: - (Apaga. Entra lentamente, desconcertado) Este es su estudio.
VON GLOEDEN: - (Espera el momento de hablar mientras observa a Love recorrer la sala como el que visita un museo) Aquí pasé largas horas con mis modelos, en los días de lluvia, discutiendo sobre arte en animado simposio.
EDUARD LOVE:- ¿Arte?. Creí que era gente sencilla.
VON GLOEDEN: - Se maravillaría de cómo la gente sencilla puede tratar la belleza y discurrir desde el puerto franco de su alma, sin sombra alguna en el juicio, ni fronteras educacionales. La belleza sólo puede ser revelada en el humilde.
EDUARD LOVE: - Un acto de humildad.
VON GLOEDEN: - Un acto de amor. ¿De qué otro modo puede revelarse la verdad de una cosa si no es desde el amor?. Tome la Pietá de Miquelangelo y muéstresela a un entendido en arte. La despedazará.
EDUARD LOVE: - ¿No es un poco tajante?. Sólo desde el conocimiento es posible el amor. (con rintintín) La ignorancia es un cielo sin estrellas.
VON GLOEDEN: - La ignorancia es la observación de algo desde una sola dimensión , obviando las dos restantes, o en el caso de nuestro entendido en arte, la superposición de la materia al espíritu. Nuestro entendido en arte le dirá cuando se esculpió la obra, quién, cómo, incluso qué quería decir el artista en su época. Hablará de la magnitud de su belleza como un topógrafo mide un terreno y lo hará todo ello desde el puerto de la verdad absoluta puesto que todo ello es verdad concebida y demostrable.
EDUARD LOVE: - Conocer algo profundamente, lo bueno y lo malo, hasta amarlo.
VON GLOEDEN: -Premié una vez a uno de mis modelos con una excursión a Nápoles Le presenté la Pietá en un museo. Él era un joven pescador que tostaba su cuerpo en el mar, con los ojos llenos de peces plateados y algas. Nunca había oído hablar una sola palabra sobre Miquelángelo. Miró la estatua un momento. Quedó allí delante con sus anchos hombros,sobrecogido. Comprendí que le hacía el amor con la mirada. Si, aquella belleza adolescente copuló espiritualmente con el mármol frío. El bello se le crispó en todo cuerpo. Fui testigo de ese hecho insólito que rara vez se produce conscientemente. La manifestación de la belleza por primera vez en la vida de una persona. Sabía que el muchacho nunca más volvería a experimentar aquello de igual modo. Había crecido. Físicamente. Abandonó la adolescencia para abrazar la juventud. Lloré amargas lágrimas al ver que ya no había algas ni peces plateados en sus ojos Y ... (Pausa) No volvió a posar para mi.
EDUARD LOVE: - (Pausa. Se siente incómodo)¿ Es esa su máquina?
VON GLOEDEN: - He.. sí. Un estupendo aparato aunque un poco pesado. En nuestras excursiones la llevábamos cargada en una mula.
EDUARD LOVE: - (Escudriñando el aparato) ¿El disparador es automático ?
VON GLOEDEN: -(Mirando la hora en el reloj) ¿He?, si, si claro, pero venga a ver esto. Quizá le parezca aún más interesante. (El barón ha abierto un libro bellamente encuadernado aunque cubierto de polvo y le señala a Love algo en él) ¿Puede leer el nombre en esta firma?
EDUARD LOVE: -(Tomando el libro). Oscar Wilde.
VON GLOEDEN: -(Cierra los ojos y cruza las manos Se balancea ligeramente. Como un pavo real) Lea la dedicatoria, se lo ruego.
EDUARD LOVE: -(pausa larga) No puedo, está escrita en griego.
VON GLOEDEN: -(Despierta de su onanismo) Oh, si, claro, perdone. Es evidente que el griego del señor Wilde sigue desconcertando hoy tanto como hace treinta años (Eduard ríe). Oh, se sonríe. La sonrisa en la boca de Baco es como la mosca en el vino.
EDUARD LOVE: -¿Perdone?
VON GLOEDEN: -(pausa) Es lo que escribió el señor Wilde: La sonrisa en la boca de Baco es la mosca en el vino. (gesto de .y yo qué sé.. Ambos rien) Hace cuarenta años que escribió esto y todavía no sé que quería decir. Dioses del cielo ¡cuarenta años!. Cuando los años se empiezan a contar por decenios uno lee su vida en los capítulos de un folletín.Entonces pasó aquello y llegó lo otro y confundimos las estampas y las pegamos en sitios equivocados formando una historia completamente diferente de la que creímos vivir. No crezca mucho más, Eduard. Es un consejo.
EDUARD LOVE: -(Refiriéndose al álbum) Pero mire esto, Eleonora Duse. ¿La actriz?
VON GLOEDEN: - La musa viviente del teatro. Y aquí tiene a D´annuncio (empieza a dar aun corto paseo por el escenario haciendo reverencias según nombra) y al Rey de Siam y Burguros, Vanderbilt y al mismísimo Eduard The VII of England. Todos ellos visitaron este estudio y adquirieron mis ilustraciones de Theocrito y Homero, para firmar en este libro.(Love sigue hojeando el libro) Quisiera regalárselo.
EDUARD LOVE: - No, por favor, yo no puedo.
VON GLOEDEN: - Oh, vamos, hágame feliz. (Lo lleva frente al espejo)Recoja usted este fuego sagrado y entrégueselo a los hombres algún día. Usted aún no ha experimentado la belleza. Mírese. Tiene 23 años, debería haberse revelado ya en su cuerpo el misterio de una pasión y sin embargo no aparenta ser más que un efebo. Envidio al ser que presencie la muerte de su adolescente triste y mudo.
EDUARD LOVE: - Soy un ser olvidado y esa es la más terrible de mis tristezas. La metamórfosis de la juventud, aún no se ha producido en mi.
(En la ventana se ve como en las sombras chinescas las siluetas de ACCAS ROSEMBERG en su silla, conducido por BRUGARDO. Se detienen unos instantes).Ninguno de los acertijos será resuelto por nosotros. La luz baja de intensidad mientras el busto de los personajes se ilumina al hablar, con una luz matizada, blanquísima. Tan sólo se iluminará el busto del Barón y el de Eduard, ninguna otra cosa del escenario. En la parte de diálogo en .negrita. es simultáneo entre los dos personajes, se iluminará a cada uno después del otro más velozmente pero sin que ninguno de los dos llegue a coincidir y sea visible al mismo tiempo. Se produce la transubstanciación de los personajes del BARÓN VON GLOEDEN y de EDY LOVE en su esencia dramática o carácter universal que son El ORÁCULO de TEBAS y EDYPO, correspondientemente. EDYPO al borde del escenario, lo más cercano al público, de perfil. El ORÁCULO DE TEBAS se haya a la altura del centro del escenario de cara al público. El oráculo se ha puesto unas gafas negras redondas como las del personaje de SEBASTIAN DE NARBONA al principio de la obra. Suena la misma melodía de Schubert).
VON GLOEDEN: - Del oscuro valle de mi cuerpo se adueñaron hongos y líquenes penetran en mi carne, tan fríos como una cruz clavada en el pico Cervino. .Fulcite me floribus, stipate me malis,qui d´amore langueo.
EDUARD LOVE: - Porque la palabra ya no es luz.
VON GLOEDEN: - ¿Acaso lo fue antes?
EDUARD LOVE: - La sangre se despeña de una pierna.
VON GLOEDEN: - Tal fue el segundo nacimiento de Diógenes.
EDUARD LOVE: - Manda y será cumplido todo y cuanto tu digas. Mi entendimiento está hecho de las alas de una mariposa, mas ,con una señal tuya, la aurora palidecerá de nuevo.
VON GLOEDEN: - Es un alto precio.
EDUARD LOVE.- Y yo estoy dispuesto.
VON GLOEDEN: - Acaso hayas olvidado a los poetas, hijos de dioses muertos mucho antes de que fuesen engendrados. En tu boca arrastraste su último aliento y lo divino te hace portador de un nido de arañas en tu calavera. Tal es el destino. He aquí el misterio de la fe. Felices los invitados a su mesa. Cuando todo se cumpla te será entregada la palma y la grillera. Atente.
EDUARD LOVE: -¿Y la luz que me ilumina? ¿Adónde va mi reflejo, la imagen temblorosa del agua? La consciencia, mi consciencia. Se desparrama y pende del hilo de Ariadna.
VON GLOEDEN: - Ya está dicho.
EDUARD LOVE: -¿Y la luz que me ilumina?
VON GLOEDEN: -Atente.
EDUARD LOVE: - ¡Cuanta desesperación!
VON GLOEDEN:- Vete, ya está dicho. Vete, ya está dicho.
El reloj marca con sonoras campanadas las seis de la tarde, ello devuelve a sus personajes a su condición humana y el escenario al estudio fotográfico. El barón está de espaldas a Eduard. Ya no lleva las gafas. Ve en la ventana las sombras de ACCAS y BRUGARDO y se estremece. Mientras esto ocurre, Eduard se va quitando la camisa y los pantalones. Aún no ha percibido quién va a venir.
EDUARD LOVE: - Quiero darle algo, señor Gloeden. (El barón parece no oírle) Deseo posar para usted tal y como lo hizo aquel muchacho de la foto. (Von Gloeden se ha vuelto y le observa). Esta noche volverá a ver la manifestación de la belleza en un ser humano. En mi. (Las sombras desaparecen. Se dirigen a la puerta de entrada).
VON GLOEDEN: - ¡No! (Mira a la ventana vacía).
ACCAS ROSEMBERG: (Entrando) - Buenas tardes. Hijo. (Eduard hace el gesto de intentar escapar pero aparece Brugardo en la puerta). Barón. ¿Vamos, Stuard, no vas a darle un beso a tu padre?. He hecho un largo camino para venir a verte. ¿No me merezco al menos, un beso?
VON GLOEDEN: - Usted no debería haber entrado aquí, de ese modo señor Rosemberg (Eduard le mira sin entender).
ACCAS ROSEMBERG: (Con asco) Cállese. Vaya. Después de todo es cierto lo que se dice de usted.
ACCAS ROSEMBERG: Como le haya puesto un dedo encima a mi hijo haré que Brugardo le parta el hígado. (A Eduard) ¿Te ha tocado? ¡Responde, cerdo! ¿Te ha tocado ?. No, claro. Yo he llegado a tiempo, ¿Verdad?. No me lo agradezcas. (Pausa) Aunque no te hubiese importado. En el fondo tú también eres uno de esos asquerosos. A la primera oportunidad te quitas la ropa porque te mueres por abrir el culo. ¡ Pero yo te sacaré eso de dentro aunque tenga que volverte la piel del revés y lavarla con amoniaco!
VON GLOEDEN: - Oiga, en mi casa no le permito que. ¿Cómo puede hablarle así a su hijo?
ACCAS ROSEMBERG: - He dicho que te calles, marica. Si enviara tu cadáver al pueblo le pondrían mi nombre a una calle.. Tienes suerte de que me contente con llevarme a mi hijo esta noche y no te mate.
EDUARD LOVE: - No pienso ir contigo.
ACCAS ROSEMBERG: - Desagradecido. No importa lo que pienses. Entérate que no importa. Me engañaste en Nápoles pero no te daré nunca más la oportunidad. Te arrastraré si es necesario (Brugardo se acerca).
EDUARD LOVE: - No te temo, padre. Ya no te temo. Has dejado de existir, eres solo un mal recuerdo. (A Brugardo)¿No sabes que te paga el demonio?
ACCAS ROSEMBER: - Recuerdo, ¿Eh? Ya no recuerdas. ¿ Ni tan siquiera lo de aquella noche? Vaya, te has repuesto muy rápido del asco. ¿Lo sabe él?. ¿Le has contado eso?. ¿Y qué te ha dicho?
EDUARD LOVE: - Miserable
ACCAS ROSEMBERG: No se lo has contado; no pudiste.
EDUARD LOVE: - ¡Cállate!
ACCAS ROSEMBERG: Se lo diré yo.
EDUARD LOVE: - ¡No! (Se abalanza hacia su padre dispuesto a agredirle).
ACCAS ROSEMBERG: - ( Le pega con el bastón a Eduard en una pierna y cae. Le pega entonces en el estómago y lo deja clavado en el suelo unos instantes. El barón se acerca para ayudarle. A una señal de Rosemberg, Brugardo se abalanza sobre él. Le pega en el estómago, le tira al suelo. Le arranca la camisa y le abofetea. Toma la corona de rosas seca y se la planta en la cabeza, ladeada. El barón está semi inconsciente. Brugardo le lleva delante del espejo, sosteniéndolo por el cuello. Es la imagen de Cristo a punto de ser ajusticiado). Menuda monada estas hecho con esa coronilla. Es así como vestías a tus niños antes de meterlos en tus pantalones?. (A Eduard) ¿Quieres que siga?
EDUARD LOVE: - Voy a matarte.
ACCAS ROSEMBERG: - Lo harías.Por qué, por qué no le contaste que la única vez que fuiste capaz de comportarte como un hombre .
EDUARD LOVE: - ¡Cállate!
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Como un hombre! fue con.
EDUARD LOVE: - (Llorando, alargando la palabra, pero sin gritar. Más bien como un lamento de locura) No!
ACCAS ROSEMBERG: -¡Con tu madre!
EDUARD LOVE: - (Grito ensordecedor) ¡Maldito seas!
ACCAS ROSEMBERG: - Te follaste a una puta, a la puta francesa en que se había convertido tu madre.
EDUARD LOVE: - No.
ACCAS ROSEMBERG: - (A Brugardo) Se la folló, sí, y luego ella se mató, se colgó en aquella sucia habitación del prostíbulo.
EDUARD LOVE: - ¡Fuiste tú! Tú la mataste.
ACCAS ROSEMBERG: - Se colgó de una viga. La muy sucia. (Brugardo deja caer pesadamente al barón en el suelo).
EDUARD LOVE: Pusiste la cuerda en su mano. Tú lo preparaste todo. Tú ,tu.(Se arrastra hacia el barón y lo pone en su regazo).
ACCAS ROSEMBERG: - Mientes. Sientes asco y mientes.
EDUARD LOVE: Nunca me hablaste de mi madre.
ACCAS ROSEMBERG: - Para evitarte la vergüenza de que supieras que te había abandonado al nacer. Aquella chiquilla de quince años te dejó conmigo, prefirió largarse con unos billetes y abandonarte.
EDUARD LOVE: - Mientes. Cerraste muchas bocas con dinero, pero no pudiste callar a los locos. Sí, padre, a los locos del hospital. Allí había un hombre que vivía en tu casa cuando ella entró a tu servicio.
ACCAS ROSEMBERG: - (Quita importancia) Un pobre desquiciado que traía carbón y arrancaba las malas hierbas del jardín.
EDUARD LOVE: - La diste un manojo de billetes y la obligaste a renunciar a mi. Pero sabías que tarde o temprano la acabaría buscando. Entonces tuviste miedo y tramaste aquello para que jamás saliera de tu puño. Eres un monstruo.
ACCAS ROSEMBERG: - Fue asqueroso que te acostases con tu madre pero no dejó de ser casualidad. No sabía ni que estuviese viva.
EDUARD LOVE:- Aquellos hombres .(Reafirmando) Sabían por quien preguntar y me entregaron al sacrificio. Creíste que al estar borracho no recordaría mucho, o quizás sí, pero sólo los detalles que importaban. Por la noche, después de visitarla y contarle quién era yo, volviste a casa. Te aseguraste que la habrías matado con aquella revelación.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Mientes! (Le lanza el bastón).
EDUARD LOVE: - La casualidad hizo que por la mañana me contaras la verdad sobre mi madre. Oh, por supuesto no me la señalaste con el dedo, hubiera sido demasiado evidente, pero diste detalles que no dejaban lugar a dudas a cerca de quién era ella.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Mientes!
EDUARD LOVE: - Una francesa que me tuvo con quince años y que ahora tendría treinta y dos. Una niña bella y fina con terribles cicatrices en las manos. Tu lo preparaste todo con la más cruel de las astucias para que nunca me librara de tu influencia. (Brugardo mira a ACCAS ROSEMBERG y escupe en el suelo. Vase.)
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Vuelve! EDUARD LOVE: - (Al barón) Perdóneme.
VON GLOEDEN: - (Mirando al espejo) Mire (Señala) Está sucediendo, está sucediendo. (Los dos permanecen mirando el espejo) Las luces se apagan lentamente.
EDUARD LOVE: - (Apaga. Entra lentamente, desconcertado) Este es su estudio.
VON GLOEDEN: - (Espera el momento de hablar mientras observa a Love recorrer la sala como el que visita un museo) Aquí pasé largas horas con mis modelos, en los días de lluvia, discutiendo sobre arte en animado simposio.
EDUARD LOVE:- ¿Arte?. Creí que era gente sencilla.
VON GLOEDEN: - Se maravillaría de cómo la gente sencilla puede tratar la belleza y discurrir desde el puerto franco de su alma, sin sombra alguna en el juicio, ni fronteras educacionales. La belleza sólo puede ser revelada en el humilde.
EDUARD LOVE: - Un acto de humildad.
VON GLOEDEN: - Un acto de amor. ¿De qué otro modo puede revelarse la verdad de una cosa si no es desde el amor?. Tome la Pietá de Miquelangelo y muéstresela a un entendido en arte. La despedazará.
EDUARD LOVE: - ¿No es un poco tajante?. Sólo desde el conocimiento es posible el amor. (con rintintín) La ignorancia es un cielo sin estrellas.
VON GLOEDEN: - La ignorancia es la observación de algo desde una sola dimensión , obviando las dos restantes, o en el caso de nuestro entendido en arte, la superposición de la materia al espíritu. Nuestro entendido en arte le dirá cuando se esculpió la obra, quién, cómo, incluso qué quería decir el artista en su época. Hablará de la magnitud de su belleza como un topógrafo mide un terreno y lo hará todo ello desde el puerto de la verdad absoluta puesto que todo ello es verdad concebida y demostrable.
EDUARD LOVE: - Conocer algo profundamente, lo bueno y lo malo, hasta amarlo.
VON GLOEDEN: -Premié una vez a uno de mis modelos con una excursión a Nápoles Le presenté la Pietá en un museo. Él era un joven pescador que tostaba su cuerpo en el mar, con los ojos llenos de peces plateados y algas. Nunca había oído hablar una sola palabra sobre Miquelángelo. Miró la estatua un momento. Quedó allí delante con sus anchos hombros,sobrecogido. Comprendí que le hacía el amor con la mirada. Si, aquella belleza adolescente copuló espiritualmente con el mármol frío. El bello se le crispó en todo cuerpo. Fui testigo de ese hecho insólito que rara vez se produce conscientemente. La manifestación de la belleza por primera vez en la vida de una persona. Sabía que el muchacho nunca más volvería a experimentar aquello de igual modo. Había crecido. Físicamente. Abandonó la adolescencia para abrazar la juventud. Lloré amargas lágrimas al ver que ya no había algas ni peces plateados en sus ojos Y ... (Pausa) No volvió a posar para mi.
EDUARD LOVE: - (Pausa. Se siente incómodo)¿ Es esa su máquina?
VON GLOEDEN: - He.. sí. Un estupendo aparato aunque un poco pesado. En nuestras excursiones la llevábamos cargada en una mula.
EDUARD LOVE: - (Escudriñando el aparato) ¿El disparador es automático ?
VON GLOEDEN: -(Mirando la hora en el reloj) ¿He?, si, si claro, pero venga a ver esto. Quizá le parezca aún más interesante. (El barón ha abierto un libro bellamente encuadernado aunque cubierto de polvo y le señala a Love algo en él) ¿Puede leer el nombre en esta firma?
EDUARD LOVE: -(Tomando el libro). Oscar Wilde.
VON GLOEDEN: -(Cierra los ojos y cruza las manos Se balancea ligeramente. Como un pavo real) Lea la dedicatoria, se lo ruego.
EDUARD LOVE: -(pausa larga) No puedo, está escrita en griego.
VON GLOEDEN: -(Despierta de su onanismo) Oh, si, claro, perdone. Es evidente que el griego del señor Wilde sigue desconcertando hoy tanto como hace treinta años (Eduard ríe). Oh, se sonríe. La sonrisa en la boca de Baco es como la mosca en el vino.
EDUARD LOVE: -¿Perdone?
VON GLOEDEN: -(pausa) Es lo que escribió el señor Wilde: La sonrisa en la boca de Baco es la mosca en el vino. (gesto de .y yo qué sé.. Ambos rien) Hace cuarenta años que escribió esto y todavía no sé que quería decir. Dioses del cielo ¡cuarenta años!. Cuando los años se empiezan a contar por decenios uno lee su vida en los capítulos de un folletín.Entonces pasó aquello y llegó lo otro y confundimos las estampas y las pegamos en sitios equivocados formando una historia completamente diferente de la que creímos vivir. No crezca mucho más, Eduard. Es un consejo.
EDUARD LOVE: -(Refiriéndose al álbum) Pero mire esto, Eleonora Duse. ¿La actriz?
VON GLOEDEN: - La musa viviente del teatro. Y aquí tiene a D´annuncio (empieza a dar aun corto paseo por el escenario haciendo reverencias según nombra) y al Rey de Siam y Burguros, Vanderbilt y al mismísimo Eduard The VII of England. Todos ellos visitaron este estudio y adquirieron mis ilustraciones de Theocrito y Homero, para firmar en este libro.(Love sigue hojeando el libro) Quisiera regalárselo.
EDUARD LOVE: - No, por favor, yo no puedo.
VON GLOEDEN: - Oh, vamos, hágame feliz. (Lo lleva frente al espejo)Recoja usted este fuego sagrado y entrégueselo a los hombres algún día. Usted aún no ha experimentado la belleza. Mírese. Tiene 23 años, debería haberse revelado ya en su cuerpo el misterio de una pasión y sin embargo no aparenta ser más que un efebo. Envidio al ser que presencie la muerte de su adolescente triste y mudo.
EDUARD LOVE: - Soy un ser olvidado y esa es la más terrible de mis tristezas. La metamórfosis de la juventud, aún no se ha producido en mi.
(En la ventana se ve como en las sombras chinescas las siluetas de ACCAS ROSEMBERG en su silla, conducido por BRUGARDO. Se detienen unos instantes).Ninguno de los acertijos será resuelto por nosotros. La luz baja de intensidad mientras el busto de los personajes se ilumina al hablar, con una luz matizada, blanquísima. Tan sólo se iluminará el busto del Barón y el de Eduard, ninguna otra cosa del escenario. En la parte de diálogo en .negrita. es simultáneo entre los dos personajes, se iluminará a cada uno después del otro más velozmente pero sin que ninguno de los dos llegue a coincidir y sea visible al mismo tiempo. Se produce la transubstanciación de los personajes del BARÓN VON GLOEDEN y de EDY LOVE en su esencia dramática o carácter universal que son El ORÁCULO de TEBAS y EDYPO, correspondientemente. EDYPO al borde del escenario, lo más cercano al público, de perfil. El ORÁCULO DE TEBAS se haya a la altura del centro del escenario de cara al público. El oráculo se ha puesto unas gafas negras redondas como las del personaje de SEBASTIAN DE NARBONA al principio de la obra. Suena la misma melodía de Schubert).
VON GLOEDEN: - Del oscuro valle de mi cuerpo se adueñaron hongos y líquenes penetran en mi carne, tan fríos como una cruz clavada en el pico Cervino. .Fulcite me floribus, stipate me malis,qui d´amore langueo.
EDUARD LOVE: - Porque la palabra ya no es luz.
VON GLOEDEN: - ¿Acaso lo fue antes?
EDUARD LOVE: - La sangre se despeña de una pierna.
VON GLOEDEN: - Tal fue el segundo nacimiento de Diógenes.
EDUARD LOVE: - Manda y será cumplido todo y cuanto tu digas. Mi entendimiento está hecho de las alas de una mariposa, mas ,con una señal tuya, la aurora palidecerá de nuevo.
VON GLOEDEN: - Es un alto precio.
EDUARD LOVE.- Y yo estoy dispuesto.
VON GLOEDEN: - Acaso hayas olvidado a los poetas, hijos de dioses muertos mucho antes de que fuesen engendrados. En tu boca arrastraste su último aliento y lo divino te hace portador de un nido de arañas en tu calavera. Tal es el destino. He aquí el misterio de la fe. Felices los invitados a su mesa. Cuando todo se cumpla te será entregada la palma y la grillera. Atente.
EDUARD LOVE: -¿Y la luz que me ilumina? ¿Adónde va mi reflejo, la imagen temblorosa del agua? La consciencia, mi consciencia. Se desparrama y pende del hilo de Ariadna.
VON GLOEDEN: - Ya está dicho.
EDUARD LOVE: -¿Y la luz que me ilumina?
VON GLOEDEN: -Atente.
EDUARD LOVE: - ¡Cuanta desesperación!
VON GLOEDEN:- Vete, ya está dicho. Vete, ya está dicho.
El reloj marca con sonoras campanadas las seis de la tarde, ello devuelve a sus personajes a su condición humana y el escenario al estudio fotográfico. El barón está de espaldas a Eduard. Ya no lleva las gafas. Ve en la ventana las sombras de ACCAS y BRUGARDO y se estremece. Mientras esto ocurre, Eduard se va quitando la camisa y los pantalones. Aún no ha percibido quién va a venir.
EDUARD LOVE: - Quiero darle algo, señor Gloeden. (El barón parece no oírle) Deseo posar para usted tal y como lo hizo aquel muchacho de la foto. (Von Gloeden se ha vuelto y le observa). Esta noche volverá a ver la manifestación de la belleza en un ser humano. En mi. (Las sombras desaparecen. Se dirigen a la puerta de entrada).
VON GLOEDEN: - ¡No! (Mira a la ventana vacía).
ACCAS ROSEMBERG: (Entrando) - Buenas tardes. Hijo. (Eduard hace el gesto de intentar escapar pero aparece Brugardo en la puerta). Barón. ¿Vamos, Stuard, no vas a darle un beso a tu padre?. He hecho un largo camino para venir a verte. ¿No me merezco al menos, un beso?
VON GLOEDEN: - Usted no debería haber entrado aquí, de ese modo señor Rosemberg (Eduard le mira sin entender).
ACCAS ROSEMBERG: (Con asco) Cállese. Vaya. Después de todo es cierto lo que se dice de usted.
ACCAS ROSEMBERG: Como le haya puesto un dedo encima a mi hijo haré que Brugardo le parta el hígado. (A Eduard) ¿Te ha tocado? ¡Responde, cerdo! ¿Te ha tocado ?. No, claro. Yo he llegado a tiempo, ¿Verdad?. No me lo agradezcas. (Pausa) Aunque no te hubiese importado. En el fondo tú también eres uno de esos asquerosos. A la primera oportunidad te quitas la ropa porque te mueres por abrir el culo. ¡ Pero yo te sacaré eso de dentro aunque tenga que volverte la piel del revés y lavarla con amoniaco!
VON GLOEDEN: - Oiga, en mi casa no le permito que. ¿Cómo puede hablarle así a su hijo?
ACCAS ROSEMBERG: - He dicho que te calles, marica. Si enviara tu cadáver al pueblo le pondrían mi nombre a una calle.. Tienes suerte de que me contente con llevarme a mi hijo esta noche y no te mate.
EDUARD LOVE: - No pienso ir contigo.
ACCAS ROSEMBERG: - Desagradecido. No importa lo que pienses. Entérate que no importa. Me engañaste en Nápoles pero no te daré nunca más la oportunidad. Te arrastraré si es necesario (Brugardo se acerca).
EDUARD LOVE: - No te temo, padre. Ya no te temo. Has dejado de existir, eres solo un mal recuerdo. (A Brugardo)¿No sabes que te paga el demonio?
ACCAS ROSEMBER: - Recuerdo, ¿Eh? Ya no recuerdas. ¿ Ni tan siquiera lo de aquella noche? Vaya, te has repuesto muy rápido del asco. ¿Lo sabe él?. ¿Le has contado eso?. ¿Y qué te ha dicho?
EDUARD LOVE: - Miserable
ACCAS ROSEMBERG: No se lo has contado; no pudiste.
EDUARD LOVE: - ¡Cállate!
ACCAS ROSEMBERG: Se lo diré yo.
EDUARD LOVE: - ¡No! (Se abalanza hacia su padre dispuesto a agredirle).
ACCAS ROSEMBERG: - ( Le pega con el bastón a Eduard en una pierna y cae. Le pega entonces en el estómago y lo deja clavado en el suelo unos instantes. El barón se acerca para ayudarle. A una señal de Rosemberg, Brugardo se abalanza sobre él. Le pega en el estómago, le tira al suelo. Le arranca la camisa y le abofetea. Toma la corona de rosas seca y se la planta en la cabeza, ladeada. El barón está semi inconsciente. Brugardo le lleva delante del espejo, sosteniéndolo por el cuello. Es la imagen de Cristo a punto de ser ajusticiado). Menuda monada estas hecho con esa coronilla. Es así como vestías a tus niños antes de meterlos en tus pantalones?. (A Eduard) ¿Quieres que siga?
EDUARD LOVE: - Voy a matarte.
ACCAS ROSEMBERG: - Lo harías.Por qué, por qué no le contaste que la única vez que fuiste capaz de comportarte como un hombre .
EDUARD LOVE: - ¡Cállate!
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Como un hombre! fue con.
EDUARD LOVE: - (Llorando, alargando la palabra, pero sin gritar. Más bien como un lamento de locura) No!
ACCAS ROSEMBERG: -¡Con tu madre!
EDUARD LOVE: - (Grito ensordecedor) ¡Maldito seas!
ACCAS ROSEMBERG: - Te follaste a una puta, a la puta francesa en que se había convertido tu madre.
EDUARD LOVE: - No.
ACCAS ROSEMBERG: - (A Brugardo) Se la folló, sí, y luego ella se mató, se colgó en aquella sucia habitación del prostíbulo.
EDUARD LOVE: - ¡Fuiste tú! Tú la mataste.
ACCAS ROSEMBERG: - Se colgó de una viga. La muy sucia. (Brugardo deja caer pesadamente al barón en el suelo).
EDUARD LOVE: Pusiste la cuerda en su mano. Tú lo preparaste todo. Tú ,tu.(Se arrastra hacia el barón y lo pone en su regazo).
ACCAS ROSEMBERG: - Mientes. Sientes asco y mientes.
EDUARD LOVE: Nunca me hablaste de mi madre.
ACCAS ROSEMBERG: - Para evitarte la vergüenza de que supieras que te había abandonado al nacer. Aquella chiquilla de quince años te dejó conmigo, prefirió largarse con unos billetes y abandonarte.
EDUARD LOVE: - Mientes. Cerraste muchas bocas con dinero, pero no pudiste callar a los locos. Sí, padre, a los locos del hospital. Allí había un hombre que vivía en tu casa cuando ella entró a tu servicio.
ACCAS ROSEMBERG: - (Quita importancia) Un pobre desquiciado que traía carbón y arrancaba las malas hierbas del jardín.
EDUARD LOVE: - La diste un manojo de billetes y la obligaste a renunciar a mi. Pero sabías que tarde o temprano la acabaría buscando. Entonces tuviste miedo y tramaste aquello para que jamás saliera de tu puño. Eres un monstruo.
ACCAS ROSEMBERG: - Fue asqueroso que te acostases con tu madre pero no dejó de ser casualidad. No sabía ni que estuviese viva.
EDUARD LOVE:- Aquellos hombres .(Reafirmando) Sabían por quien preguntar y me entregaron al sacrificio. Creíste que al estar borracho no recordaría mucho, o quizás sí, pero sólo los detalles que importaban. Por la noche, después de visitarla y contarle quién era yo, volviste a casa. Te aseguraste que la habrías matado con aquella revelación.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Mientes! (Le lanza el bastón).
EDUARD LOVE: - La casualidad hizo que por la mañana me contaras la verdad sobre mi madre. Oh, por supuesto no me la señalaste con el dedo, hubiera sido demasiado evidente, pero diste detalles que no dejaban lugar a dudas a cerca de quién era ella.
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Mientes!
EDUARD LOVE: - Una francesa que me tuvo con quince años y que ahora tendría treinta y dos. Una niña bella y fina con terribles cicatrices en las manos. Tu lo preparaste todo con la más cruel de las astucias para que nunca me librara de tu influencia. (Brugardo mira a ACCAS ROSEMBERG y escupe en el suelo. Vase.)
ACCAS ROSEMBERG: - ¡Vuelve! EDUARD LOVE: - (Al barón) Perdóneme.
VON GLOEDEN: - (Mirando al espejo) Mire (Señala) Está sucediendo, está sucediendo. (Los dos permanecen mirando el espejo) Las luces se apagan lentamente.
FIN
Masquefa, 7 de septiembre de 2000
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